1. En la terraza, a solas con mi vecino


    Fecha: 27/02/2021, Categorías: Sexo con Maduras Primera Vez Tabú Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    Viviendo en Villa Urquiza; en una época teníamos como vecinos a una pareja bastante escandalosa a la hora de tener sexo.Las paredes de ese edificio parecían ser bastante delgadas; porque se podía oír con claridad hasta los gemidos sexuales más suaves.A vuestros vecinos apenas los habíamos cruzado en el palier de la entrada; pero sabíamos que se llamaban Martha y Daniel.Víctor se reía cada vez que oíamos loa aullidos y gemidos de esa mujer mientras el marido la embestía. Me decía que, seguramente, ellos también disfrutarían mis gritos y gruñidos de placer cuando él me tenía ensartada en cuatro y enfrentando a esa pared…Algunas veces, hasta podíamos sentir los golpes de la cabecera de la cama de ellos contra la pared. Era evidente que ese hombre se comportaba como un salvaje. Se notaba cuando acababa, porque sus jadeos se convertían súbitamente en gruñidos y alaridos.A mí en especial, me excitaban los gemidos de Martha cuando anunciaba que estaba a punto de acabar. Eso me volvía loca y, si no estaba Víctor en la cama conmigo; me tenía que masturbar para aplacar esa calentura que me provocaba el tener que oír a esa gente al otro lado de la pared.El marido la llamaba “puta” y Martha aullaba mientras aguantaba unas series de azotes por parte de él…Una mañana, estando Víctor de viaje, me crucé con ese hombre en el ascensor. Lo miré con disimulo. Era un gigante; con manos grandes, modales un poco duros. No era muy apuesto, pero daba una sensación de fortaleza y, por sobre todo, yo ...
    ... pensaba que tendría una verga descomunal, que tanto hacía gritar a Martha.Fugazmente, le miré la bragueta y pude ver que, en efecto, allí abajo había una protuberancia enorme. En ese momento, el tipo me sorprendió con mi mirada perdida en semejante paquete. Me puse colorada; pero él no dijo nada.Al llegar a la planta baja, salí del ascensor delante de él y me dirigí a la entrada moviendo mis caderas. Esa mañana estaba caliente; sin haber cogido con Víctor en tres días y estaba deseosa que el tal Daniel tomara la iniciativa; pero no sucedió nada.Un par de noches después, estando en la cama con Víctor entre mis muslos; pudimos escuchar con claridad los gemidos y jadeos de ellos. Le supliqué a mi adorado esposo que no se detuviera y al final tuve un orgasmo muy intenso; imaginando que era nuestro vecino Daniel el que me estaba penetrando y haciendo gritar como una perra. Víctor quedó sorprendido y de repente entendió todo: ese ha pareja me excitaba tremendamente y me tenía muy caliente.Otro día Martha apareció en mi puerta pidiendo una taza de aceite. Mientras conversábamos, ella sacó el tema de las paredes tan delgadas y los ruidos que podían oírse con claridad a través de ellas. Me preguntó si los ruidos que hacían ellos nos perturbaban en algo.Me reí y terminé confesándole que sus gemidos y jadeos solo me excitaban de más y por ello acababa yo también gritando a lo loco mientras cogía con mi marido.Agregué además que seguramente ellos nos oirían a nosotros; ya que yo también ...
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