La vecina de Aldo
Fecha: 02/03/2021,
Categorías:
Bisexuales
Autor: cito63, Fuente: RelatosEróticos
... piensa sólo en correrte. Tus pezones me están provocando, me los voy a comer y voy a comerte la boca y el cuello y las orejas... Y en ese orden lo fui haciendo. Sandra estaba al límite y yo también. Comenzó a rebullir y le susurré al oído, “quieta, no vale hacer trampas”. Mis labios no tenían acomodo, pasaban de un pezón al otro, buscaban los suyos, le metía la lengua en los oídos y le susurraba “voy a correrme cuando tú me lo pidas...” “Pues hazlo ya”, suplicaba.
–...Pero sólo si tú te corres también.
–Si tú lo haces, yo me correré contigo...
Le metí el dedo en el culo, después de lubricarlo, lo acusó con un estremecimiento y se incorporó un poco para facilitarme el acceso y a la vez los sexos se presionaban con más fuerza.
–Me estoy corriendo, dijo, aaaaahhhhh, es demasiado placer, aaaaahhhhh, córrrete conmigo, aaaaahhhhh...
Comenzó a rebullir, a retorcerse, a convulsionarse, lanzando exclamaciones y gritos de placer. No pude aguantar más, presioné cuanto pude contra su coño y los borbotones de semen comenzaron a salir. Los dos jadeábamos como animales, Sandra gritaba y yo trataba de tapar su boca con la mía para ahogar sus gritos desesperados. Permanecimos un buen rato en aquella posición, ella con la cabeza apoyada en mi hombro y yo acariciando su espalda y manteniéndola abrazada y nos quedamos así no sé cuanto tiempo, olvidándonos del mundo.
–Vamos a ducharnos y te vas, dijo al fin.
–Oh, no me hagas eso, por favor.
–Debes irte. A las seis van a ...
... venir unos amigos, un matrimonio, a buscarme, quedamos ayer para ir al cine, y me gustaría dormir una pequeña siesta hasta entonces. Ya una hora como mucho.
–¿Y a qué hora vuelves?
–Hacia las diez, supongo. Pero ésto se acaba aquí, no pasa de hoy. No ha pasado, ¿me entiendes?
–Sí, te entiendo, pero hasta que hoy se acabe te estaré esperando.
Para las diez menos cuarto ya me había duchado y acicalado y monté guardia en el balcón esperando su vuelta. La vi aparecer en la esquina a las diez y veinte, el corazón se me aceleró y presa de una gran impaciencia salí al descansillo a esperarla. Subía por las escaleras y al verme me miró un instante como sorprendida, me preguntó qué hacía allí y sin esperar respuesta se dispuso a abrir la puerta y me apremió con gestos a que entrara rápido.
–No es buena idea eso de exponerte así ante mi puerta, dijo con cara de fastidio. Ni ha sido buena idea el haber venido, mucho mejor estaban las cosas como las dejamos esta tarde.
–Quedamos en que el límite era el final del día. Por lo demás no hay cuidado, yo paso semanas sin cruzarme con ningún vecino. ¿Estás contrariada por algo?
–Quizá empiezo a tener mala conciencia.
–Cálmate y hablamos, cuando tú me lo pidas me voy, no quiero hacerte ningún daño ni quiero que sufras por causa mía.
–¿Has cenado?
–No.
–Yo pensaba hacerme una tortilla francesa, pero antes voy a ducharme, he venido andando desde el puerto y no he dejado de sudar en todo el camino.
–Sí, hace mucho ...