Secretos de primas
Fecha: 05/03/2021,
Categorías:
Confesiones
Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
Diez años atrás era apenas una chica queriendo ser mujer, con una veintena de años encima aun no me había acostado con ningún chico pero ya no era virgen, mi sexo ya había probado mis dedos y algún que otro objeto que había encontrado en casa, algún vegetal, algún envase de desodorante, creo que soy clara.
Mi prima es apenas un año mayor que yo, su mamá, o sea, mi tía, es hermana de mi papá, y por esas cosas del destino fuimos primas, amigas, confidentes y algo más.
Yolanda, ese es su nombre, iba al mismo colegio que yo, ella asistía a un curso superior al mío, y casi a diario a la salida del cole, en mutua compañía nos íbamos a su casa.
En esos años, mi tía ya se había divorciado y trabajaba casi todo el día, mi prima era única hija, y digamos que por conveniencia mutua de ambas familias, en un acuerdo no escrito Yolanda y yo vivíamos a diario en la soledad de su modesto departamento, hasta que papá pasaba a buscarme cuando llegaba el atardecer.
Y las cosas cambiaron tan rápido que casi no nos dimos cuenta, como dije, éramos más que primas, de la inocencia de jugar a diario con muñecas, a la comidita, al doctor y todos esos juegos de niñas, un día nos encontramos hablando de sexo, de chicos y nos hicimos señoritas.
Yolanda siempre fue más extrovertida que yo, sin embargo me confió cosas solo a mí, cosas que no confiaría a nadie más, fui la versión viviente de su diario íntimo.
Sabía que ella si se había acostado con un par de chicos, y lo más curioso, ...
... también con un par de chicas, ella solo lo tomaba como un juego pero podía notar en ella a pesar de mi juventud, un lado bisexual.
Y no recuerdo como empezó, solo sé que en algún momento comenzamos un tonto juego, tal vez más por experimentar cosas nuevas más que por un deseo en sí, porque muchas veces no había un disparador, solo era llegar y hacerlo…
Solo íbamos a su departamento, directo a su cuarto, solo estábamos nosotras dos, ella se sentaba a un lado de la habitación, yo al otro, sobre la mullida alfombra, era hablar de chicos, solo abrir un poco las piernas, levantar las faldas de nuestros uniformes y empezar a tocarnos, una a cada lado, era excitante, tal vez vernos una a la otra como lo hacíamos, tal vez jugar en ese loco secreto, o tal vez sentirnos gemir mutuamente.
Como fuera, lo hacíamos hasta acabar, recuerdo que me mojaba mucho con toda esta tontera, pero era algo tan rico, tan nuestro…
Y con el correr del tiempo cambiamos algunas cosas, perfeccionamos detalles, ella de vez en cuando se encargaba de conseguir algún que otro video porno, algo que particularmente no me atraía, pero el verlo junto a ella y luego poder masturbarnos hacía cambiar las cosas.
Originalmente lo hacíamos sin quitarnos las prendas, pero conforme a buscar más y más, poco a poco nos desinhibimos y nos desnudábamos entre sonrisas, era solo un juego de desnudez, masturbación y provocación visual.
Y como dije, siempre buscábamos nuevos límites, una tarde Yolanda me sorprendió con ...