1. Siempre que necesites confesar tus pecados


    Fecha: 10/03/2021, Categorías: Anal Gays Tabú Autor: samy15, Fuente: xHamster

    ... intención, al menos al principio, tan sólo deseaba quitarme mis propias prendas interiores humedecidas por tan exuberante situación. ¡Quién podía imaginar lo que acabó pasando! Al principio el chiquillo se encontraba tan parado, que tuve que empezar a desnudarme yo primero. Cuando el precioso niño vio que no sentía ninguna vergüenza al mostrarle mis partes íntimas, él comenzó a desnudarse también. A pesar de haber estado manipulando tan prietas carnes, no podía creer lo bien dotado que se encontraba el muchachito, hasta que lo vi delante de mí con toda su magnitud al alcance de mis ojos. Se me hizo la boca agua, y mi excitación, claro está, no le pasó desapercibida al joven. - Padre, a usted también se le ha puesto dura.- Me dijo el cándido niño. - Es algo natural, hijo. Es tan vívido y real el relato que me estás contando que cualquier hombre estaría excitado en estos momentos.- Le contesté sin rubor al muchachito, que seguía con los pantalones puestos. Me acerqué a él y le desabroché el botón de sus escuetas bermudas a cuadros, bajándoselas hasta los tobillos y quedando mi cara frente a la tienda de campaña que se formaba en su pequeño slip. Con una sonrisa de oreja a oreja, le miré a los ojos y le fui bajando muy lentamente su calzoncillo. Como un resorte, su verga llena de líquido preseminal, salió disparada y me golpeó la mejilla, dejándomela humedecida y caliente. - ¡Hay que ver cómo estás!- Le dije reprendiéndole fingidamente, mientras le seguía sonriendo. Terminé ...
    ... de sacarle el slip y se lo mostré para que viera lo mojado que lo tenía. Así mismo recogí el mío propio y se lo enseñé también. Ambas ropas interiores se encontraban muy empapadas con nuestros jugos testiculares. - ¿Por qué no me cuentas como terminó tu historia con aquel desconocido del bosque?- Le pregunté mientras le limpiaba suavemente su endurecido miembro con un pañuelo de papel. - Al final, Don Félix, el hombre se incorporó apoyando su pecho sobre mi espalda. Me separó las piernas con sus pies, dejándome completamente expuesto. Me sujetó las manos con las suyas. Al poco tiempo sentí como su verga se abría paso por entre mis nalgas, acariciándolas con la punta de su capullo. Yo tenía unas ganas enormes de que me la metiera hasta las entrañas, pero a él parecía no importarle el tiempo. Me la estuvo clavando sin llegar a atravesarme durante una eternidad. Cuantos más golpes de polla me daba en mi culito, más ansias tenía yo de que me penetrara hasta los huevos. Cuando por fin se la agarró con la mano y la dirigió a la entrada de mi agujerito, y noté que se abría paso a mi interior, grité un poco, pues me m*****aba. Me dolió un poco el ojete cuando me llenó con su polla, pero aun así, mi excitación no disminuyó. Era la primera vez que me metían una verga de verdad por detrás, y me sentí en la gloria teniendo aquel pedazo de carne caliente dentro de mi culo.- El chico jadeaba cuando me respondió. A la par que volvía a soltar líquido preeyaculatorio, el cual yo limpiaba sin ...
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