1. Alicia 03/25


    Fecha: 31/10/2017, Categorías: Hetero Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues

    ... sintiéndonos actores de un film de aventuras. Esta vez nuestras manos ya no eran tan discretas como en tiempos pasados, era una necesidad arrolladora el recorrernos sintiendo la piel del otro bajo nuestros dedos. Ahora que rememoro aquellos instantes, no percibo que buscase un acercamiento sexual, era mayor la urgencia de tomar su carita y enredar el cabello entre mis dedos, también era mayor la necesidad de que nuestras bocas se acercasen, de besar suavemente aquella frente, aquella carita entre divertida y cómplice, para acercarnos despacito a la fusión de nuestros labios. Esos primeros besos sabían a gloria, no tenían la voluptuosidad convencional que precede una relación sexual, eran más tiernos, más exploratorios. Estábamos aprendiendo a reconocernos, a sentir las vibraciones de la otra persona y buscando las formas de incrementar ese temblor que deseaba una consumación yá mismo, pero simultáneamente estirando cada segundo hacia la eternidad. Creo que en esa oportunidad nuestras lenguas no llegaron a tocarse, pero pude aprender de memoria el formato de esos labios, apretando sin llegar a morder cada pliegue de piel, saboreando ese labiecito inferior que se me antojaba mas grande que lo que la vista indicaba. Cuando mis manos inquietas la tomaban por el talle y mi boca se acercaba a su cuellito, decidí tomar las cosas con mayor calma y le sugerí que preparásemos algo de comer. Claro que ya lo tenía todo preparado, pero eran excusas para tenerla cerca y comerla con los ...
    ... ojos. El almuerzo transcurrió conversando de temas triviales, creo que ninguno se animaba a mencionar la situación, algo extraña si consideramos que una nena viviendo una aventura con un adulto no es muy convencional. Pero sabíamos que la sobremesa no tendría televisión esta vez, que el noticiario sería una pavada inexistente comparada con las vivencias que ansiábamos proporcionarnos. Ya en el sillón, mudo testigo de tantas aventuras inconfesables, fue automática la postura, parecía que hubiésemos ensayado hasta la perfección la forma en que al sentarme ya estaba encima mío, el modo en que nuestros brazos desaparecían en la geografía del otro. Claro que esta vez nuestros labios parecían magnéticos, se buscaban aunque la luz no era la adecuada para medir los movimientos, nuestras bocas se encontraban en un ansia de devorar al otro pero se medían en un roce, en un acercamiento lento, en un preanunciar cosas que no podríamos explicar. Al convertirse los besos en manifestaciones apasionadas, mis manos se deslizaban por sus pechos, por sus inexistentes pechos claro, por esa zona donde saldrían lentamente montañitas de carne para enloquecer a los muchachos. Pero ahora solamente era mía esa anatomía, solamente mis manos tenían permiso para apretar suavemente aquellas minúsculas aureolas, para tomar entre los dedos cada pezoncito y retorcerlo arrancando nuevas sensaciones en mi chiquita. La tácita aceptación de aquellos masajes me llevó a pasar la mano por debajo de su camisón, ya podía ...