1. La historia de Claudia (10)


    Fecha: 30/03/2021, Categorías: No Consentido Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Claudia esperaba ansiosa el regreso de Laura del baño con el arnés listo para que la señora la sometiera. El haber lamido el culo de su dueña había fortalecido aún más sus sentimientos de sumisión hacia ella y el deseo de complacerla en todo lo que pretendiera.
    
    En ese momento vio aparecer a Laura que con uno de los dildos del arnés en su boca se dirigió en cuatro patas hacia el sofá. La señora se puso de pie, le quitó el dildo de entre los dientes y le ordenó que le colocara el arnés. Laura comenzó por introducirle el dildo posterior en la concha, después de lubricarlo con su propia saliva, y luego ajustó el correaje sujetándolo con la hebilla.
    
    Desnuda y así armada, erguida sobre los zapatos negros de altos tacones, la señora lucía con aire majestuoso toda la proporcionada opulencia de sus formas. Hizo ir a Laura junto a Claudia y a rebencazos en las nalgas las fue arreando a las dos en cuatro patas hacia el dormitorio. Una vez allí les ordenó que treparan a la cama y a Claudia que se tendiera de espaldas con las piernas flexionadas y bien abiertas.
    
    -Vos -le dijo a Laura -tocala un poco para ponérmela en clima. -pero Claudia ya estaba caliente y muy mojada cuando la rubiecita le apoyó sus manos temblorosas en las tetas. Al sentir el contacto Claudia juntó las piernas agitada por un fuerte estremecimiento, pero volvió a separarlas cuando la señora le cruzó el vientre de un rebencazo. Cerró los ojos y sintió cómo una mano de Laura se deslizaba suave y lenta por su ...
    ... cuerpo hacia abajo.
    
    -Metele los dedos en la concha y decime si está mojada. –ordenó la señora.
    
    Laura introdujo dos dedos, primero tímidamente y después con decisión, sintiendo la profusa humedad que bañaba ese nidio tibio.
    
    -Sí, señora, está... está muy mojada... -dijo mientras movía un poco los dedos provocándole a Claudia un largo gemido.
    
    La señora la apartó entonces tomándola del pelo, la echó al piso y blandiendo el dildo se ubicó entre las piernas de Claudia. La penetró despacio por la concha, haciendo avanzar el dildo y enseguida retirándolo, gozando perversamente con la desesperación de la joven, que suplicaba entre jadeos:
    
    -Por favor, señora... ¡¡¡por favor!!!...
    
    -Yo no hago favores, perra... –fue la fría respuesta que hizo sollozar a Claudia. La señora se inclinó un poco hacia delante, aprisionó entre sus dedos los pezones de la joven y se puso a estirarlos y retorcerlos hasta arrancarle gritos de dolor y súplicas que lejos de conmoverla le dibujaron en la cara una expresión de sádico placer. Le metió el dildo en la concha hasta el fondo y le preguntó:
    
    -¿Duele, mocosa?
    
    -Aaayyyyyyyy, sí... sí, señoraaaaayyyyyyyy... ¡¡¡sí!!!... ¡¡¡me duele, sí!!!
    
    -Ofrendame ese dolor. –le dijo.
    
    Claudia, con el rostro crispado por el sufrimiento, dijo entonces:
    
    -Le... ay... le... le ofrendo este dolor que... que siento, señora... aaahhhhh...
    
    La señora sonrió satisfecha, le soltó los pezones y comenzó a mover sus caderas. La expresión de Claudia fue ...
«1234...7»