1. Delicia carnal


    Fecha: 04/04/2021, Categorías: No Consentido Autor: RAL80, Fuente: CuentoRelatos

    ... quiero que seas tú, pero tengo miedo.
    
    Yo la giré y sujetando sus caderas pregunte a que tenía miedo y ella respondió que a mi rechazo. La miré a los ojos y con mi mano ya en su culo dije:
    
    -eres preciosa y con esos ojitos que me pones como voy a decir que no.
    
    Sonriente se lanzó a besarme pero me aparte cayendo ella a cuatro patas en la cama y cogiéndola con fuerza empuje y dije:
    
    -ya no te escapas.
    
    Creí oír un alarido pero al mirarla reflejada en el espejo una sonrisa invadía su cara. Las tetas le bailaban al ritmo de mis empujones y con su culo entre mis manos, temblando cada vez que mi pelvis chocaba, no podía dejar de mirar al espejo y desear aún más sus tetas. Me eché hacia adelante para llegar a tocarlas y al sentir mi pecho en su espalda giro la cabeza intentando nuevamente besarme pero con dos empujones más tuve que sacarla y soltar todo el chorro en la cama. Tras darle un azote empecé a limpiarla y vi como se ponía boca arriba y tocándose dijo:
    
    -no no no, tú has ...
    ... acabado pero yo no.
    
    Pues nada... seguiremos al lío. Me eché sobre ella lamiendo sus pechos y saciando así el ansia que me habían provocado y al levantar la cabeza la miré a los ojos y suave empuje hasta el fondo, ahora si vi claro el alarido y paré preocupado pero ella dijo que era normal y que no parara. Una y otra vez iba contra ella, mirando sus pechos, acariciando sus caderas, disfrutando como nunca en tantos años juntos hubiese imaginado, pero nuevamente antes que ella yo ya terminaba y me rodeó por el culo con sus piernas y mirándome dijo:
    
    -hermanito, si me la sacas te la corto.
    
    Y ahora sí, me abrazó por el cuello, me beso con ansia y tras dar unos últimos coletazos juntos habíamos acabado.
    
    Aún dentro de ella, ambos nos movíamos muy suave. Sin querer terminar yo acariciaba sus piernas mientras me perdía en sus ojos y dejaba que ella me regalara algún beso perdido y ella, que no soltaba mi cuello, dijo:
    
    -hermanito, tendrás que quedar más con mi marido para ir al fútbol. 
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