Día en el parque acuático
Fecha: 14/04/2021,
Categorías:
No Consentido
Autor: Serëgon, Fuente: CuentoRelatos
... pocas pertenencias y nos dispusimos a marcharnos.
Antes de irnos, yo me fui al lavabo y ella al de mujeres.
Yo no contaba con lo que sucedió, simplemente vi una puerta cerrada y un pomo. Cosa fácil.
Mi sorpresa no pudo ser mayor cuando comprobé que aquel pomo pintado de dorado no giraba, ni para un lado ni para el otro.
Golpeé la puerta furiosamente mientras inventaba una excusa -para quien me abriese, pero nadie parecía estar lo suficientemente cerca como para que me escuchase.
No fueron más de cinco minutos los que estuve apoyado en la puerta con cara de desesperación.
De repente escuché a alguien moverse al otro lado de la misma, llamé su atención y no resultó ser otra persona que Abi.
Al parecer no me encontraba y había preguntado a los trabajadores que si me habían visto.
Ella no tenía la llave, pero por suerte no se encontraba demasiado lejos: descansaba en un armarito de metal, que en otros tiempos habría sido un botiquín, y me abrió.
Tras los agradecimientos oportunos, fuimos a recoger nuestras cosas y nos encaminamos hacia la puerta enrejada, y digo “enrejada”, porque estaba cerrada. Las luces estaban apagadas y no había ningún coche a la vista.
Era evidente que las prisas de los trabajadores por abandonar el lugar estaban por encima del hecho de que dos personas se quedasen atrapadas en el interior del parque.
Reaccioné inmediatamente agarrándola de la mano y tirando de ella hacia la caseta del guarda; fue entonces cuando me detuvo ...
... y, con sonrisa picarona, me dijo: "¿Qué prisa tenemos?".
Entonces entendí un poco lo que la situación representaba para ella.
El parque era nuestro aunque no debíamos hacer demasiado ruido si queríamos permanecer allí el máximo tiempo posible.
Para empezar, nos bañamos en una de las piscinas más alejadas de la entrada para no ser vistos por el guarda o nadie que pasara por ahí.
Fue indudablemente hermoso contemplarla allí; en el agua oscura bajo la luz de la Luna.
Nadamos, tonteamos un poco, jugamos y hablamos sobre nuestras cosas, éramos felices tal y como estábamos.
En una de esas, ella se encontraba cerca del borde de la piscina y yo, como a unos tres metros de distancia.
Ella abrió los brazos como muestra de necesitar un abrazo, cosa que su sonrisa secundaba.
Así que me acerqué inocentemente y nos fundimos en un cariñoso abrazo mientras besaba mis mejillas.
Hasta aquí todo normal, pero es comprensible, el hombre tiene un límite.
Abrazado a ella y recibiendo numerosos besos de una mujer tan exuberante, no pude resistir la erección a pesar de la temperatura del agua.
Dado que estábamos abrazados, ella se percató y apartó su cara de la mía con ambas manos (yo pensaba que su enfado iba a ser monumental), pero me besó tan dulcemente que todo mi cuerpo sufrió un escalofrío.
Allí, bajo la luz de las estrellas, ella me dio un apasionado beso teniendo a la Luna como testigo.
A partir de ahí, todo fueron caricias, puro amor.
Nos sumergíamos ...