Escarceos sexuales de una casada insatisfecha
Fecha: 28/06/2017,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Insatisfecha2, Fuente: CuentoRelatos
... chocaron contra mis generosas carnes.
El dolor desapareció tras la cuarta o quita penetración; sin embargo, una extraña sensación de malestar sobrevenía cada vez que la metía, y que se disipaba al sacarla. Tal vez debí superar la vergüenza y evacuar antes de llegar al punto en que nos hallábamos. No se me ocurrió mejor solución, dadas las circunstancias, que masturbarme el clítoris para desviar la atención y no quedar como una estúpida.
—Quiero terminar en la boca —dijo enrique cuando el torrente lechoso era inevitable.
Accedí de buena gana, arrodillada en el suelo, sin descuidar el clítoris a las puertas de mi propio orgasmo. Fue genial recibir el esperma al tiempo que me corría, con la verga dentro de mi boca y el fluido viscoso rebosando por las comisuras, precipitándose desde ahí sobre los pechos.
—No entiendo cómo tu marido pasa de ti —dijo Enrique ahogado en jadeos—. No comprendo que desprecie a una hembra como tú, a una mujer tan entregada.
—No fue siempre así —me lamenté—. Los primeros años, antes de quedar embarazada por segunda vez, él era quien me buscaba a todas horas, sin importar el lugar o las circunstancias. Si yo te contara las veces que follamos en los lugares más insospechados solo porque él no podía esperar a ...
... llegar a casa…
Enrique soltó una carcajada burlona. Luego se mostró rotundo.
—Desconozco cómo eras antes, pero ahora, por lo menos para mí, eres una mujer más que apetecible. Un cierto esfuerzo en el gimnasio y una dieta saludable pueden obrar el milagro de sentirte bien contigo misma. A él que le den por saco.
El consejo de Enrique era sabio, esto está fuera de dudas, pero encontrar la voluntad era algo muy diferente. Mientras tanto, como alternativa al deporte y a la dieta, perdí varios kilos follando a diario con él, algunas veces polvos rápidos y otras agotadoras sesiones de mete-saca. No importaba la hora, pues él se adaptaba a mi disponibilidad; no importaba el lugar, ya que él siempre disponía de uno más o menos apropiado; no importaban las ganas, porque siempre conseguía calentarme…
La moraleja de esta historia es que las cosas raramente cambian. He mejorado mucho físicamente, pero él sigue siendo el mismo capullo.
Esto ya no importa a fin de cuentas porque, además de Enrique, me veo con otros hombres que me valoran como persona y como mujer.
¿En qué lugar me deja este comportamiento?
No lo sé. Y tampoco quiero definirlo. Lo importante es que vuelvo a ser feliz, a mi manera, y que me siento realizada como mujer.
FIN