Una historia que contar
Fecha: 22/04/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... luego hablar animadamente. A mi me daba igual de lo que hablara, yo prefería estar tranquilo jugando con mi móvil, sin embargo Sandra se levantó, se acercó a la pizarra y voceó:
- Luis, ¿cuántas veces te tengo que decir que en clase no se usa el móvil? Tienes un parte.
- Sandra, no me toques los huevos y déjame en paz. - le respondí bastante mosqueado.
Sandra se sentó, no sin antes coger un puñado de tizas de la pizarra y, de vez en cuando, me las lanzaba con el único propósito de molestar. Aguanté diez minutos y cuando vi que el profesor no tenía pensamiento de volver salí de clase y me fui a la biblioteca.
El día pasó bastante rápido para mí ya que no hice más que jugar con el móvil o mirar Internet desde el ordenador de la biblioteca. Diez minutos antes de que sonara la alarma que marcaría el final del día escolar me acerque a clase para coger la mochila. Cuando llegué a clase no había nadie, como suponía, por lo que cogí la mochila, salí de clase y me fui al porche a esperar a que viniera a recoger mi padre.
Llegué a casa y me encontré con que mi madre había cocinado una buena cantidad de mi comida favorita: macarrones con tomate. Comí dos platos y subí a mi cuarto, y como no tenía tareas para mañana ni ningún examen previsto me dispuse a reparar el ordenador, pues se me había roto el día anterior. Mientras me dirigía a mi cuarto pasé por el tocador que hay en el pasillo y me vi a mi mismo reflejado en el espejo, y para tener solo dieciséis años la verdad ...
... es que me veía cada día más alto y delgado. De cara no era muy guapo, pero mi pelo largo y mis músculos que empezaban a marcarse por las muchas horas que dedicaba al baloncesto hacían de mi una persona atractiva, pero como soy algo asocial pues a nivel social daba un poco igual. No deseaba tener parejas, ni siquiera tener amigos, solo quería terminar de estudiar e irme a la ciudad pues cada día que pasaba en ese pueblo sentía que me ahogaba.
Después de arreglar el ordenador, a media tarde, me dispuse a abrir mi mochila para sacar los libros que no me iban a servir al día siguiente y meter los que sí lo harían. Cuando saqué todos los libros vi un pedazo de papel rosa que sabía que no era mío. Suponía que bien Sandra o Andrea lo habían metido en mi mochila cuando me fui, aunque estaba casi seguro que había sido Sandra y que en el papel no habría nada interesante.
Me disponía a tirar el papel sin siquiera leerlo cuando de reojo vi números en el papel, y al mirarlo detenidamente pude contemplar que en el papel solo se habían escrito números, por lo que la curiosidad pudo conmigo y leí el papel. En este papel estaba escrito lo siguiente:
01001000 01101111 01111001 00101100 00100000 01100001 01101100 00100000 01100001 01101110 01101111 01100011 01101000 01100101 01100011 01100101 01110010 00101100 00100000 01101110 01101111 01110011 00100000 01110110 01100101 01101101 01101111 01110011 00100000 01100101 01101110 00100000 01101100 01100001 00100000 01110000 01110101 01100101 ...