1. El niño de la playa solitaria (segunda parte)


    Fecha: 28/04/2021, Categorías: Gays Autor: Pavic, Fuente: SexoSinTabues

    A pedido de muchos de ustedes, y de mis propios recuerdos, les comparto la continuación de ésta historia, la cual me obligará necesariamente a relatar a modo de saga otros sucesos que fueron dándose tras éstas vivencias. No habrá marcha atrás y me llevará al menos dos o tres relatos seguidos de éste, a fin de zanjar esta deuda literaria y estampar en algún lado, los mejores recuerdos. Si ya leíste y disfrutaste la primera parte, toma asiento, ve por un buen café o un refresco, un par de toallitas húmedas, y embárcate conmigo en este viaje de infinito placer. La abrupta partida de Dylan de la isla me había sumido en un cúmulo de emociones y desconciertos. Aun podía percibir la dulzura de su ano en mi lengua, y el hormigueo yacente en mi verga negaban a desaparecer la erección descomunal con la cual había quedado tras el exquisito oral que me había propinado aquel muchacho. Emprendí rumbo en el yate que había alquilado, ya en la hostal, y por más que quise consumar, me resistí a masturbarme, tenía la necesidad imperiosa de querer vaciarme únicamente para ese chico, mis manos aún podían sentir la tensión de su abdomen perfecto, su pecho lubricado, sus caderas compactas, y el salvaje cincelado de sus rubios cabellos de surfista escurriéndose entre mis dedos. Me dormí no sin algo de dificultad, es más, el desvelo fue mi compañera durante gran parte de la noche, deseaba con fervor que amaneciera pronto para emprender rumbo a la bendita isla a la hora acordada para consumar la ...
    ... exquisitez del cuerpo sedoso de Dylan. Ya amanecido, y apenas terminé el desayuno, me preocupé de armar todo lo necesario, volví a llenar el cooler con gaseosas y hielo, me di un baño y finalmente me embarqué hacia la isla a la velocidad máxima que el yate pudiese permitirme. A pesar de no quedar tan lejos, el viaje me pareció una eternidad, cada ola era una tortura, quería llegar ya, quería verlo, besarlo, aprovechar el tiempo lo mejor posible, entrar muy en lo profundo de su pequeño cuerpo y hacerlo mío, sólo mío. Una vez desembarcado en un lugar muy distante de donde atracó el yate del padre de Dylan el día anterior, bajé las cosas, escondí el cooler y me dispuse a esperarlo, la impaciencia me invadía y el chico no llegaba, maldita sea, quizás había llegado demasiado temprano, o bien el muchacho advirtió mis siniestras intenciones y por ningún motivo querría regresar. Bebí unas cervezas, calculaba habían transcurrido unas dos horas según se movía el sol, hasta que me rendí y tras la noche en vela, el cansancio terminó por pasarme la cuenta cayendo rendido sobre la arena en un sueño profundo, con el solo sonido del oleaje y los vientos silbando en las hojas de las palmeras. No sé cuánto tiempo me habré quedado dormido, me sentía aletargado, anestesiado, hasta que de pronto sentí en mi muslo derecho un leve cosquilleo, y unas risas me llegaban desde lo lejos. De pie, y vistiendo sólo su tanga de verde color, Dylan reía mientras trataba de despertarme con uno de sus pies, ...
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