Rubí Azul
Fecha: 11/05/2021,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Rubi1982, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Rubi, tengo 33 años, bien parecida, flaca, bajita, con un buen par de lolas. Hace unos tres años que convivo con mi pareja, Martin, 31 años, alto, flaco, muy lindo…
Como toda pareja, tenemos nuestros altibajos, lo que alcanza también el plano de lo sexual. Si bien somos bastante desinhibidos, a veces la rutina y el pudor, nos deserotizan un poco.
Una noche, durante uno de esos periodos de poca actividad sexual, unas amigas me invitaron a salir, a lo que accedí. Claro está que no fue porque estuviéramos atravesando uno de esos episodios asexuados de la vida de pareja, sino porque los dos tenemos una vida social individual que consideramos vital para la salud de cada uno.
Fuimos a un bar muy lindo, hacían buenos tragos y pasaban buena música. Un poco cansada de bailar me fui a sentar a un sillón que estaba cerca, y en el camino me encontré por casualidad con Azul, una compañera de trabajo. Como es de esperar Azul y yo hablamos de trabajo, de nuestras expectativas profesionales, etc. Después de un rato, ya sin tema de conversación, ella levantó la mano derecha y me acomodó el flequillo que estaba un poco revuelto, en ese instante quedé helada mirándola a los ojos. Azul es una mujer muy atractiva y atrevida, pelo corto, rubia, culo grande y redondo, bien formado, aunque no muy tetona, con un estilo casual pero atrevido a la vez. Ella deslizo el dorso de su mano por mi mejilla y luego por el cuello. Me sentí tremendamente atraída por ella y un calor ...
... inconmensurable se concentraba en mi vagina. Vertiginosamente y sin importarme la gente alrededor, la besé. Nos miramos unos instantes, comprobando que las dos estuviéramos cómodas con lo que acababa de suceder y nos volvimos a besar. Todo ocurría con total naturalidad para mí, que nunca había estado con una chica, y lo mismo le ocurría a ella, que aunque yo aún no lo sabía, ya había tenido ese tipo de experiencias.
Me tomó la mano, se paró y me dijo: ‘vamos’. Salimos a la calle, tomamos un taxi y sin pensar le dije al taxista la dirección de mi departamento. En el taxi ella se limitó a acariciarme la pierna, lo que el taxista observaba cachondo pero haciéndose el distraído.
Llegamos. En el ascensor, como para matar ese tiempo tan incómodo, seguimos besándonos, cada vez más calientes… más deseosas de lo que vendría. Al entrar a mi departamento noté que Martín todavía no había regresado, ya que él también había salido con amigos. Pasamos a mi habitación, y las dos paradas frente a frente retomamos los besos y las caricias. Nos fuimos desvistiendo lentamente, primero las blusas, y nos besamos los cuellos, luego los corpiños… besé sus pezones que estaban duros, y luego, para sentir sus tetas contra las mías, la volví a besar en la boca. Ella se agachó y en un solo movimiento me sacó el pantalón y la bombacha, se incorporó nuevamente para besarme, pero sus manos se quedaron a juguetear con mi clítoris y mi vagina, que estaba caliente y jugosa. Luego me agarró el culo, y uno de sus ...