1. Anoche soñé contigo - Tercera parte


    Fecha: 23/05/2021, Categorías: Masturbación Tabú Voyerismo Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    Tercera parte:Ya en cama, más tarde,Toto reflexionó sobre lo ocurrido. ¡¿Qué pinche p**o le había pasado a Quique?! Cómo se le ocurría siquiera pensar en... ¿Qué, acaso era...?Bueno, de cualquier forma era su amigo, pero es que...¿Cómo era posible que estuviese dispuesto a agarrarlo de la verga...?A pesar de vivir tan cerca, ambos amigos dejaron de hablarse después de aquello. Toto, sintiéndose incómodo de verle diariamente, decidió pasar unos días conLuis, su papá; para así olvidarse del asunto. Éste vivía conGloria, su segunda y actual esposa. Una mujer notablemente más joven que él.La casa que Luis compartía con Gloria era más grande que donde Toto vivía con su madre. Contaba con alberca y jacuzzi, así que Luis, Gloria y Toto nadaron un rato, para luego echarse a tomar el sol.Tan caliente como andaba, Toto no dejó de admirar el cuerpo de su madrastra. Bajo los lentes de sol que portaba, el joven puberto ocultó la mirada que no dejaba de apreciar el abdomen plano de la joven esposa de su padre; su cintura delgada y ese par de tetas de piel blanca que prometían leche. Aquellas invitaban a sopesarlas; por lo menos eso creía el encendido muchacho.Con dicha imagen inspirándole, no dudó en manuelearse esa noche, dejándole bien manchadas las sábanas a su madrastra. Si algo compartía seguro con su padre, era el gusto por el físico de aquella joven señora que parecía más bien señorita.Cuando regresó a casa lo hizo en bicicleta. Antes de llegar, decidió pasarse por el puesto deDon ...
    ... Cuco, después de todo hacía tiempo que no lo visitaba y es difícil desprenderse de los viejos vicios. No obstante, antes de que aquél lo viera, Toto notó queQuique estaba ahí. El chico conversaba con el Don.—No sé Don Cuco, ¿qué tal si ella...?—Cabrón, hazme caso, ¡chíngatela! Cuando no estén tus papás. Si tanto tienes miedo que ella no quiera yo te consigo unas pastillas para que la pongas a dormir, ya te dije.—No, no sé...—Sí cabrón, te juro que son cosa segura. Nada más se las disuelves en la comida como te expliqué, y vas a ver que se queda bien jetona. Ni aunque le des de cachetadas se despierta, te lo aseguro, lo sé por experiencia. Dices que puedes conseguir copia de las llaves de su cuarto, ¿no?—Pues sí, pero...—¡Ahí está! —dijo Don Cuco—. Nada más esperas a que se meta a su cuarto y te la chingas ahí mismo, y nadie se va a enterar... ni ella. Caray, yo ya quisiera estar en tus zapatos, pinche chamaco. Mira, tráeme el dinero mañana y te aseguro que te consigo las pastillas.Toto sintió malestar en el estómago nada más escuchó esas palabras, pues aChabela ya la tenía en especial estima. Y, pese a su propia calentura, sabía que aquello estaba mal; ya demasiado, una porquería. Se alejó cuidando que no lo notaran.Más tarde, echado en su cama, reflexionaba: “Pinche viejo cabrón... hijo de...”Y le cayó el veinte, así que tomó una decisión.—Hola, buenas noches, disculpe la hora, pero... ¿podría ver a Quique? —preguntó Toto cuando la mamá de su amigo le abrió la puerta.—Claro ...
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