1. Mi esposa, mi hijo y yo


    Fecha: 05/11/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: emeefe, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentía que el miembro de su hijo quemaba, literalmente quemaba, en la mano. Sentía como latía, como daba pequeños saltitos. Para ella era maravilloso. Quería demostrarle a su hijo cuan ardiente hembra podía ser. Y la cosa recién comenzaba. Era el primer día de lo que sería una larga y tortuosa relación en la que se irían involucrando otros hombres también. Pero eso lo contaré más adelante.
    
    Se pararon y ella, sin soltar el pene separo levemente las piernas mientras Leo le metió la mano en la concha empapada de flujo lubricante. Pareciera que la madre naturaleza no se equivocaba al largar tanto flujo de acuerdo al tamaño de lo que iba a recibir y no sería fácil amoldar su vagina al tremendo visitante. Ella no quería dar más vueltas, lo quería adentro lo antes posible, comenzó a frotar su clítoris hinchado y sus labios de la vulva con el grueso glande del pene de su hijo, ella se puso en puntas de pie mientras él flexionaba las rodillas. Ninguno de los dos se dio cuenta cuando el pene estuvo enterrado hasta la mitad en la vagina de su madre, la abrazó y ella cerró sus piernas alrededor de su cintura, la acostó arriba de la cama sin salirse de ella y ya más cómodo, de un ...
    ... solo golpe la penetró con toda su hombría hasta el fondo, sentía como la vagina de su madre apretaba su miembro y gozaba como nunca, era una concha calentita, elástica y parecía no tener fondo. Cecilia gozaba de su macho, de su hijo como nunca había gozado con ningún hombre, sentía que esa poronga la estaba partiendo en dos, sin embargo le pedía a su hijo más y más y más. –Más adentro! Le pedía. Dame con todo!! Cojéme fuerte mi vida!! Dame toda la pija bien adentro!! Más! Más! Más!!! En algún momento, el orgasmo de ella comenzó a formarse, era un tipo de orgasmo que pocas veces había experimentado y sabía que iba a ser muy prolongado y que luego vendrían una serie de orgasmos más cortos pero igualmente fuertes. Gozaban como nunca. Como macho y hembra que eran. Se gozaban el uno al otro. Leo bombeaba la vagina de su madre con fuerza, con todo lo que tenía, sus huevos rebotaban afuera mientras su madre chillaba como una cerda preanunciando los orgasmos que se avecinaban. En un instante sacó el pene de su vagina y la puso en cuatro patas mientras su madre adivinando su intención, comenzó a girar sus caderas en círculo mientras le decía –Noooo por ahí nooo…
    
    Continuará... 
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