1. LA BIBLIOTECARIA NINFÓMANA


    Fecha: 24/05/2021, Categorías: Hetero Autor: Juanfucker, Fuente: SexoSinTabues

    ... viéndolo con algo de desconfianza e incredulidad. — ¿Y cuántas veces fuiste hasta que te aflojó las nalgas? — Le dije intrigado. — Solo una vez, entré buscando una copiadora para sacar unas copias de mi cédula, vi que la hembra estaba buena, le dije algunas cosas y ahí mismo culeamos. — ¡En la biblioteca! —Estalló Gabriel, mientras se carcajeaba. —Un poco difícil de creerte. —Le dije. —Ah pero para qué les cuento, pérdida de tiempo, mejor vamos a clases que ya dieron las diez. —Nos dijo con gesto de fastidio y se encaminó a las escaleras. Nos reímos de su actitud y nos limitamos a seguir su ejemplo, pues la cola del elevador estaba larguísima. Capítulo 2. La tarde estaba calurosa, el sol golpeaba con fuerza desde occidente, afortunadamente la última clase del día se había terminado y me encaminé hacia la parada de buses que se hallaba justamente en frente de la facultad. Me coloqué sobre una visera de cemento y esperé a la llegada del bus que me dejaba a escasas dos cuadras del pequeño departamento donde vivía, sin embargo, transcurrieron quince minutos y el “dichoso” transporte no aparecía. Aburrido me dejé llevar por mis pensamientos, recordé a mi ex enamorada, una chica bastante complicada, acostumbrada a imponerme sus caprichos; en principio la toleraba por el sexo, pero pronto empezó a caerme mal y terminé deshaciendo esa relación, obviamente extrañaba el sexo, pero no la extrañaba a ella. Me pregunté a mí mismo, ¿cuánto tiempo había pasado desde que no había estado con ...
    ... una mujer?, ¿cuatro?, ¿cinco?, ¡no, seis meses! No sé exactamente por qué pero la imagen de Juan contando sus conquistas sexuales se coló en mi mente, “¡qué tipo!”, me dije mentalmente, y entonces, recordé el relato que nos había contado apenas un semana atrás. ¿Habría sido cierta? Todos quienes lo conocíamos sabíamos que aquel sinvergüenza en verdad tenía suerte con las mujeres, en realidad no era suerte, el tipo sabía cómo engatusarlas; solía decirnos que: “las mujeres son básicamente una gran oreja, solo se trata de saber qué decirles”. “Sí claro”, me dije mentalmente con ironía. Finalmente luego de cinco minutos el bus que esperaba llegó y un par de personas subieron, y casi enseguida arrancó, desde donde me encontraba observé con indiferencia como se alejaba. Empecé a caminar, y en menos de dos minutos me encontraba justamente en la Plaza Indoamérica. Seguí caminando por la Avenida América, al tiempo que contaba cada que vez que llegaba al final de una cuadra. — ¡Tres!— Dije cuando llegue a la esquina donde supuestamente debía girar. Tomé por la derecha y empecé a caminar. El sendero era ligeramente empinado, no especialmente molesto y cansado, pero sí notorio. Mientras caminaba observaba con atención las diferentes casas que iban apareciendo en la medida en que me movía hacia adelante. No recordaba exactamente si Juan había dicho que la Biblioteca se hallaba a una o dos cuadras desde la avenida. Crucé una calle y continué con el mismo ritmo lento pero continuo, siempre ...
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