1. El chico del noveno piso


    Fecha: 27/05/2021, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... costumbre, me llamó la atención ver como una toalla caía desde el cielo hasta el suelo del garaje descubierto. La razón era simple. Algún vecino habría colgado su toalla en el balcón y, de viento, se habría desprendido de las pinzas precipitándose hacia el suelo. Estuve como veinte minutos allí, viendo la toalla en el suelo, sin que nadie viniese a recogerla. De repente, la idea surgió ante mí como una bala. ¿Y si aquella toalla era del chico del ascensor? Era una excusa perfecta para acercarme a su piso y preguntar así que bajé, cogí la toalla y, una vez en el ascensor, pulsé el número nueve. El viaje se me hizo largo ya que deseaba con todas mis fuerzas tocar su timbre de una vez por todas. Pero una vez estuve frente a la puerta ocurrió algo.
    
    Esta estaba abierta, entornada más bien. Se oía, de fondo, el ruido del agua de ducha que caía. Estaba paralizado, no sabía qué hacer.
    
    "¿Hola?" por fin solté. El agua se paró de repente y, tras un instante, aquel chico que tanto había gozado en mis sueños apareció por la puerta del baño, con una toalla atada a la cintura pero con un torso ya conocido descubriéndose ante mí, el inesperado invitado. "¿Sí?" preguntó. "Lo siento, no quería molestarte" mentí. "No pasa nada, es que dejo la puerta abierta para que corra más el aire porque con este calor..." Si él tenía calor, me tendría que ver a mí. "Veras, se ha caído una toalla por el balcón y venía a saber si era tuya" dije mostrándole dicha tela. "Pues, no sé..." replicó, su torso ...
    ... brillaba con la luz de las gotas y se marcaban sus pectorales y abdominales. Pude distinguir el camino de vello que descendía de su ombligo hasta perderse por la condenada toalla que tapaba lo que yo ansiaba ver. "Espera, ven al balcón y lo vemos porque creo que tengo una muy parecida. Tranquilo, mis padres no están." El deseo que corría por mi mente se volvía más real a medida que avanzaba la dulce situación. Llegamos al balcón y observé que las vistas eran micho más altas, apenas se distinguía a la gente y, por consiguiente, aquella gente no te distinguía a ti. "Tengo dos muy parecidas. Puedes ver si la etiqueta y decirme la marca. Lo haría yo pero tengo las manos mojadas." No me importó en absoluto aquella excusa barata así que me agaché e intenté adivinar la marca de la etiqueta.
    
    Pero, antes incluso de tocar la toalla, otra toalla calló inmediatamente al suelo. Era la del chico que de repente me ofreció un enorme pollón, con el glande medio abierto y rodeado por una línea de vello que me regalaba un aroma tan viril como dulce. La punta escupía algunas gotas de aquel néctar que yo tanto ansiaba. Sin previo aviso, me cogió la cabeza y me restregó por su magnífica verga, restregándome su olor por la cara. Empecé a comérmela despacio, saboreando su líquido preseminal y gozando los gemidos que, a veces, soltaba. Alcé la mano y acaricié su cuerpo mojado, rozando sus pezones con las yemas de mis dedos. Mientras me follaba la boca y azotaba mi barbilla con sus enormes cojones ...