1. Una mujer enfurecida


    Fecha: 07/11/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Manteufel, Fuente: CuentoRelatos

    ... duradera. Que era tan caprichosa como bella, tan voluble como fascinante, tan egoísta como aterciopelada. En definitiva, que su interior no estaba a la altura del envoltorio que lo rodeaba. Y eso la había puesto muy furiosa, más de lo que podía describirse con palabras. Su rabieta duraba largo rato, y comenzaba a estar exhausta. Se encontraba semidesnuda, cubierta solo por un par de diminutas braguitas de algodón blanco, con una camiseta rosa que dejaba su divino abdomen al aire. Había desgarrado prendas que él le había regalado, roto regalos, destripado almohadones, y ahora estaba de rodillas en medio del estropicio, jadeando, buscando un medio de disipar esa ira que amenazaba con hacerla reventar como una olla a presión.
    
    Y de repente se dio cuenta de cómo lo haría. Quería sentirse no solo deseada y deseable, sino la Reina. Entrar en un local de moda y hacer que todos los hombres la deseasen. Que la mitad de las mujeres se convirtiesen en lesbianas por una noche. Que el resto de las mujeres la envidiasen a rabiar, que sintiesen la misma ira que ella sentía en ese momento. Sí, iba a demostrarse a sí misma que su ex había perdido la oportunidad de su vida, que se acurrucase contra la señorita culo gordo mientras ella se exhibía como lo que era... una mujer perfecta. Así que, ignorando el estropicio montado, se lanzó hacia sus armarios en busca del "equipo de combate" más devastador que su ciudad hubiese conocido. Rebuscó entre esas ropas que, bien había comprado por ...
    ... aburrimiento, o alguno de sus novios le había regalado. Prendas que no se había puesto nunca en un lugar público, solo en medio de jueguecitos sexuales. Tardó un buen rato en decidirse, su guardarropa era amplio. Le sirvió para soltar algo de presión y centrarse un poco.
    
    Optó por una minifalda de tela metalizada, que más podía considerarse un cinturón ancho. Dotada de cremalleras laterales, podía dejar absolutamente toda la piel de sus muslos al descubierto. Una camiseta de tiras, que apenas cubría sus senos, y además dotada de tres "rotos" estratégicos. Y la pensaba llevar sin sujetador. Un tanga de color eléctrico debajo de la falda... Medias... no. Y unas sandalias blancas de tacón de aguja, con unas cintas que se anudaban alrededor de la pierna hasta casi las rodillas. Un maquillaje exagerado, con una fuerte sombra de ojos y el producto más eficiente del mercado para alargar y destacar sus pestañas. Lápiz labial rosa, con destellos. Algo de colorete. Se miró en el espejo... Nunca en la vida se le había ocurrido salir así a la calle. Esa noche iba a cruzar una línea. Y pobre del que se cruzase en su camino.
    
    Tomó un bolsito en el que apenas entraban sus llaves, y salió al pasillo. Mientras esperaba al ascensor, la vecina cotilla de turno apareció, con la excusa de siempre de pasear a su perrillo, del que Sonia sospechaba tenía sarna o algo peor. La Señora Matilde fingía ser más cegata y sorda de lo que ya era de por sí, mientras se dedicaba a su afición número uno. Fisgar en ...
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