1. Una tía muy marchosa (II)


    Fecha: 08/11/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... gordi!!! ¡¡¡Venga mi vida, córrete!!!", exclamaba Raquel a una Inés que le contestaba jadeando al grito de "uhmm, ahhhhhh" que al escucharlo yo, servía para dar vida a mi lengua cansada ya de tanto movimiento y que, no obstante, asumió un último esfuerzo en alas de lograr de Inés el orgasmo vaginal que frenéticamente yo buscaba en ella. Un orgasmo que llegó finalmente acompañado por ritmos pélvicos cuyo vaivén a mí me costaba controlar, en mi deseo de saborear el jugo salado que ahora en mi boca se ofrecía. La sensación que hubo de obtener finalmente la mujer, debería ser para ella algo jamás experimentado y que su soltería, motivada por la mala suerte ante la pérdida de su novio, los tabúes morales de la época o ambas razones, le habían impedido experimentar en su juventud. Y era una autentica pena en una mujer de tan buen ver, incluso hoy en día a pesar de sus años, a la que a buen seguro no le habrían faltado hombres.
    
    Raquel también era consciente de ello, y mientras su tía extasiada permanecía tendida en la cama aún en su regazo me solicitó acercarme para agradecérmelo con un beso intenso que yo correspondí.
    
    Desconozco el tiempo que llevaríamos practicando sexo, pero a esas alturas de la tarde-noche un dolor leve, fruto de la continua excitación aprisionaba mi zona testicular. Acostumbrado a los polvos rutinarios, dónde después del típico tonteo se pasa a la acción inmediata, estar aún sin haber eyaculado, en mi pene, producían esa pequeña presión testicular que ...
    ... desembocaba en dolor. Por ello solicité a Raquel que me masturbara. A buen seguro si hubiese penetrado a cualquiera de ellas dos en ese momento, me hubiese corrido inmediatamente y no era esa precisamente mi intención, consciente además de que tenía que dar goce a dos mujeres, algo que no temía porque habitualmente si la otra persona me excita y no me produce inhibición cumplo bien, y os puedo asegurar que esta vez no estaba inhibido.
    
    A mi petición de masturbación, Raquel, respondió diciéndome: "Cariño, campeón, te voy a hacer algo mejor". Y sin más me hizo ponerme de rodillas encima de la cama y se situó cual maja desnuda en el cuadro de Goya a chupármela de forma frenética. Inés ya incorporada al otro extremo de la cama observaba. "Más despacio Raquel por favor", le dije, a lo que Raquel paró el ritmo y se recreó en el morbo. Mi falo totalmente empalmado aceptaba placentero el jueguecito que la lengua de Raquel ofrecía. Solicité a Inés que participara masajeando mis testículos, a lo que esta accedió. Correrme era cuestión de poco tiempo y así lo advertí a Raquel quien, lejos de retirar su boca no sólo siguió con su trabajo sino que acercó a su tía para entre ambas disfrutar de mi leche. Mi goce fue bestial: la leche me brotaba inicialmente en la boca de Raquel y una vez retirada ésta, en la cara y cuerpo de las dos mujeres que había provocado en mí una de esas corridas antológicas que solamente se logran de tiempo en tiempo. ¡Dios cómo pude disfrutar aquello!
    
    Las piernas ...