1. Servicio de masajes


    Fecha: 30/06/2021, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Ducha antes de recibir masajes. Qué raro. Sales de la ducha, reconociendo que el agua tibia y el jabón ayudan a quitar algunas de las tensiones que viniste a eliminar. Es raro que el servicio Premium de este lugar te haga hacer las cosas a ti, pero bueno, veamos qué hay. A la salida de la ducha hay una bata blanca de toalla peludísima y un par de pantuflas, junto con instrucciones de ponerte la bata, y sólo la bata; y pasar a la primera fase del servicio. Primera fase... suena bien; debe querer decir que el servicio consta de varias fases. Poniéndote la bata, sales del baño por la puerta que lleva a la primera fase. Es una sorpresa que en la pieza de la primera fase haya un sillón de peluquería más que una mesa de masajes. Ya que no hay más mobiliario en la pieza, vas y te sientas en él. Nada más sentarte, aparece una mujer de unos 30 años, quien dice ser la encargada de comenzar tu relajación integral, con un masaje facial y mantencion de belleza básica. Echas la cabeza hacia atrás y comienza a masajearte la cara con quién sabe qué cremas perfumadas. Pronto te entregas a la sensación y te vas dejando ir, dejando ir, casi durmiendo, hasta que sientes un par de manos nuevo masajeando tu cuero cabelludo con alguna de estas cosas para el pelo. Recuperada de la sorpresa te relajas nuevamente. Masaje facial y masaje capilar. Qué maravilla. Cuando empiezas a dormirte de nuevo sientes que toman tus manos, además de las actividades anteriores. Es una manicura; limado de uñas, ...
    ... etc. Pierdes la noción del tiempo, en un estado en que no estas ni dormida ni despierta.
    
    Pueden haber pasado 10 minutos o dos horas cuando una voz masculina te pide que te levantes del sillón y pases a la segunda fase del servicio. Abres los ojos y ves a quien supones que es el masajista haciéndote señas para que pases a la siguiente habitación. Cuando vas a franquear la puerta te pide que por favor dejes la bata ahí también y pases desnuda a la mesa de masajes. Tras titubear un rato haces caso y entras a la segunda sala en la que sí hay una mesa de masaje. Te tiendes y pronto sientes un par de manos fuertes amasando tus hombros y espalda, trabajando lentamente, deshaciendo nudos, poniendo las cosas en su lugar, alineando, ordenando, relajando con precisión y un toque firme y fuerte, pero suave, baja por tu espalda poniendo todo en su sitio y disolviendo nudos y tensiones. Baja hasta el final de tu espalda, justo antes de tus nalgas. Te sorprendes pensando que no te molestaría una caricia en las nalgas, más que un masaje. Pero nada de eso sucede.
    
    Se apagan las luces, y alguien comienza a mover tu mesa de masajes. Te incorporas un poco y preguntas qué esta pasando. Una voz a tu lado te pide que te calmes, que sólo corresponde el paso a la tercera etapa del servicio. La mesa se detiene. No se puede ver nada, pero sí se oye algo. Es un concierto de Vivaldi que suena muy bajito. Te sobresalta el tacto de algo en tus pies, pero te relajas al reconocer las ya familiares ...
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