1. Compinche. Sexo en la oficina


    Fecha: 09/07/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... buenas manos, y tiene buenas manos.
    
    —Siéntate. -pedí dos cafés.
    
    Compartimos la infusión hablando generalidades sobre temas laborales mientras elaboraba una estrategia de seducción. Terminado, la invité a una “visita guiada” por otras dependencias. Subimos al cuarto piso, ingresamos en la “oficina”, para uso privado, sólo la jefe de personal y yo teníamos acceso, había sido archivo de documentación, ahora solo un escritorio, biblioteca, sillas y un cómodo y amplio sillón de tres cuerpos, uno de esos lujos que se pueden arrogar dos “piratas”. No se mostró sorprendida, más bien en disponibilidad.
    
    —Qué buena oficina, ¿Qué haces aquí? - sonrisa incluida.
    
    —Verás..., aquí vengo a.… meditar…
    
    —¿Me muestras cómo es la meditación?
    
    —Siéntate, ponte cómoda, te voy a dar un masjito, para… acomodarte….
    
    Sin decir más acaricio sus hombros, un remedo de masaje, se hace la mimosa agradecida por el “masaje”.
    
    —Qué bueno el masaje, me saco la camisa, ¿para que puedas mejor?
    
    Pregunta retórica, incluía la obvia respuesta, Se puso de pie, sacó la camisa. Desde atrás, aprovecho para tomarla del vientre, apretarme todo contra su cola, acomodando la erección entre las nalgas. Puedo aspirar el perfume de su piel y le doy un beso húmedo en el cuello. Se estremece y consiente, sigo besando ahora voy por el hombro y mis manos toman se llenan con sus senos, no pequeños, pero a la medida justa de mis manos, deslizo las manos debajo del corpiño y entro en contacto directo con los ...
    ... erguidos pezones. Se estremece toda, aprieto mi cuerpo contra el de ella con más fuerza, que pueda sentir los latidos del deseo.
    
    La acción se está produciendo abajo, mi carne ansiosa presiona contra ese culo tan paradito. Empuja hacia atrás sus caderas, moviéndolas para acomodarse, van a mi encuentro.
    
    No puedo aguantar más, nos comunicamos solo con manos ansiosas. Separándome muy poco libero al miembro de su cruel encierro, levanto la falda y corro la delgada tela de la tanga. Se inclina instintivamente hacia delante, apoyándose sobre el escritorio.
    
    Volcada de bruces sobre él, subimos la falda hasta la cintura, correr la bombacha cola less, coloco la verga entre sus blancas nalgas y la guío para dejársela en la puertita. Apoyo en la chucha y tras un breve empujón la entrada triunfal en Raquel.
    
    —¡Ay, ¡despacio, no tan bruto, la tímida respuesta.
    
    Moviéndola en la “canaleta”, jugando para que vaya tomando derecho de posesión. Se aceleran los tiempos, el tiempo apremia y la calentura exige acción. Ella ayuda con un movimiento de retroceso y avance, presionando contra mí. La penetración se hace más profunda, a esta altura de los hechos se la tengo metida hasta los pendejos, la atraigo hacia mí tirando de sus caderas.
    
    La fantasía de la empleada teniendo sexo sobre el escritorio es un clásico, un paradigma de las secciones de seco en la oficina, y por qué no hacerlo, ser parte de ese colectivo erótico. Como si hubiera sido algo pensado en simultáneo, nos acercamos al ...