39.1 Robin
Fecha: 20/07/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... ya que el monitor nos acompaña. El problema surge en el último ejercicio, hay que escalar por un madero, para mi muy alto, tiene hierros para poderte sujetar con las manos y los pies, como si subieras una escalera y además vas sujeto por cuerdas de seguridad.
El monitor nos muestra cómo se realiza el ejercicio, una vez haber escalado el madero, en la cumbre, hay que colocarse de pie, en un espacio reducido al tamaño de los pies. Luego hay que lanzarse al vacío, hacia una especie de balancín o trapecio y quedar sujeto y colgando de él. Yo conozco ya que no voy a ser capaz de hacerlo y empiezo a quedar de los últimos, escondiéndome detrás del grupo.
Hay chicas que se niegan a subir a pesar de la insistencia del monitor, animando con su cantinela de que no hay riesgo y las risas nerviosas del resto ya que creo que todos estamos asustados.
Una de las chicas se ha acercado y comienza a escalar los primeros peldaños, cuando ha subido media docena de ellos comienza a bajarlos de nuevo, Robín se acerca y la sujeta del culo para evitar que baje entre risas de los demás hasta que el monitor le pide que se retire.
Solamente consiguen hacer el ejercicio completo dos de los chicos, el español y Robín, esté parece como si ya lo hubiera hecho otras veces, no tan perfecto como lo ha realizado el monitor, pero tenemos que aplaudir cuando logra dar el salto al vacío y queda colgando del trapecio como un mono. Se le ve un cuerpo de infarto al moreno chico.
¿Y yo, qué hago? ...
... Subir como hasta la mitad y al mirar hacia abajo, agarrarme al madero como si fuera el cuerpo de una persona, un salvavidas en un mar enfurecido, rogando por no caerme del mareo que siento. Me cuesta respirar por el temblor que me agita, y con las recomendaciones del que nos instruye logro bajar al suelo. Ya es suficiente experiencia. Creo que me miran compasivos y nadie ríe.
Vuelve otra vez a nevar, pero con menos fuerza que ayer. Camino del edificio de nuestras habitaciones jugamos a tirarnos bolas de la nieve que está cuajando en las zonas verdes.
Cuando llego a mi habitación cojo decidido el teléfono, voy a seguir la recomendación de Nico, llamaré a Gonzalo y veremos lo que quiere.
—¿Gonzalo? —le pregunto, aunque sé que es él quien contesta su móvil.
—¡Por fin!, no perdía la esperanza, pero comenzaba a dudar de poder verte.
—Te escucharé lo que tengas que decirme, ¿Cuándo quieres que nos veamos?
—Termináis el curso el viernes después de comer, puedo recogerte en el aeropuerto de Manchester.
—El viernes quiero ir a Derby para ver a un amigo, podría ir el sábado a Londres, tengo que pasar unas horas con David, podría estar el sábado para comer contigo y hablar.
—Como quieras, ¿te quedarás a dormir en la casa de mis abuelos?, estoy viviendo con ellos —creo que se le oye satisfecho.
—Prefiero ir a un hotel, al mismo de la otra vez que me coge cerca de la estación —y en ese momento se me enciende la luz en mi cabeza.
—Gonzalo, ¿cómo sabes tú que el ...