1. Mariana, un polvo contenido durante cinco años.


    Fecha: 13/11/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... pude evitar ponerme contento por la noticia, supongo que eso me convierte en una mala persona, pero no me importa. La cuestión es que me moría de ganas de salir con ella, y sabía que me iba a rechazar, pero ahora tenía una excusa para encontrarme con ella. “yo necesito una asistente”, le dije, y la boca se me hizo agua. No era mentira, hace un par de años me recibí y abrí mi estudio contable, me iba muy bien, y de verdad necesitaba una asistente. “¿en serio?”, me preguntó agregándole una carita sonriente. Le dije que sí, y que como ya conocía lo eficiente que era, lo cual también era cierto, me gustaría que vaya mañana a mi oficina para charlar, y ver si a ella le gustaba el trabajo.
    
    Arreglamos para vernos a las siete de la tarde. Estaba desesperado y eufórico, por lo que hubiese preferido verla a primera hora de la mañana, pero mi oficina era pequeña, y lindaba con otras, así que en un ataque de optimismo, me pareció mejor el anochecer, donde el edificio quedaba vacío. Esperaba finalmente poseerla esa misma noche, ella me necesitaba con desesperación y yo no iba a sentir remordimientos al aprovecharme de su debilidad. Me considero una persona honesta, pero a esa mina la venía soñando hace años, e iba a hacer cualquier cosa para tenerla.
    
    Llegó cuando ya estaba oscureciendo. Hacía frío, tenía puesto un coqueto tapado que le llegaba hasta las rodillas, pero que sin embargo dejaba ver su figura llena de curvas. Cuando cruzó la puerta, la cerré y entonces la abracé ...
    ... efusivamente acariciándole la espalda, llegando a su delgada cintura, sintiendo el inicio de sus firmes nalgas. Ella me acompañó en el saludo, con sinceridad. Luego le robé un beso en la boca, a lo que respondió como siempre, fingiendo no enterarse de nada. La ayudé a sacarse el abrigo, y pude notar que su hermoso culo no fue vencido por el paso del tiempo, seguía firme, bien paradito.
    
    Charlamos un rato de banalidades, continuando la conversación del chat. Luego le expliqué el trabajo.
    
    — Sólo tenés que atender el teléfono y salir a hacer unos trámites, pagar cuentas y otras pavadas.
    
    — No sabés cómo te agradezco.— dijo ella, contentísima.
    
    — Claro que no te puedo pagar mucho. Pero luego cuando aprendas a hacer cosas más complejas, vas a ganar tu propia plata.
    
    — Acepto cualquier cosa. Estoy hasta las manos en deudas.
    
    Me paré y rodee mi escritorio, para sentarme sobre este, justo frente a ella. Tenía una camisa blanca, con los últimos botones desabrochados, dejando asomarse los pequeños pechos.
    
    — no te preocupes, yo te voy a cuidar. — le dije, y le acaricié la mejilla con ternura. Ella solo sonreía.
    
    — qué lástima que una chica como vos, tan capaz, no pudo encontrar trabajo antes.
    
    — Gracias por confiar en mí. — me dijo, con su blanca sonrisa, mirándome a los ojos, mientras yo seguía acariciándola.
    
    — ¿Cuánta plata debes? — pregunté.
    
    — Mucho, si no pago la matrícula de los nenes, el año que viene se quedan sin vacantes.
    
    Podría haber decidido intentar ...
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