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La reeducación de Areana (10)
Fecha: 09/08/2021, Categorías: Voyerismo Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... qué te excita tanto, pendeja? –preguntó Elena mientras la pera, bajo la presión de su mano, se iba vaciendo, y sin esperar la respuesta de Areana, le dijo: -Porque sos sumisa hasta la médula y muy putita… ¡muy putita!... -Sí… -aceptó la niña mientras Elena retiraba la punta de la pera y con la otra mano comprobaba lo duros y erectos que estaban los pezones de la sumisita, evidencia inequívoca de su calentura. -Me imagino cuánto va a gozar con vos esa mujer, porque estás hirviendo… Ahora ponete de espaldas, levantá las piernas y apoyalas en el inodoro hasta que te vengan las ganas de evacuar. –le indicó en tanto levantaba la tapa y después metía dos dedos en la conchita de la niña y los retiraba empapados de flujo. -Mirá, pendeja, mirá cómo tengo los dedos por haberlos metido en tu concha de perra puta. –dijo Elena acercándolos a la cara de la sumisita. -Yo… yo se los limpio, señora Elena… Por favor… déjeme que se los limpie… -pidió Areana y Elena, con un intenso morbo reflejado en sus ojos y en su sonrisa perversa, le metió ambos dedos en la boca y disfrutó sintiendo cómo Areana lamía y chupaba a veces ambos dedos juntos y a veces dedicándose primero a uno y luego a otro, con los ojos cerrados y una expresión de intenso goce en su rostro. Luego de unos instantes Elena retiró de esa boquita sus dedos, justo en el momento en que Areana dijo: -Ay, ya, señora… Tengo que evacuar… -Bueno, sentate en el inodoro. –le ordenó y en cuanto estuvo sentada la niña ...
... evacuó ruidosamente todo el líquido que llenaba sus intestinos, mientras su rostro adquiría una expresión de alivio. Después debió tomar una ducha, secarse y dejar que Elena le pusiera un perfume en las sienes, las muñecas, el lóbulo de las orejas, el cuello y las tetas, alrededor de los pezones. En el cuarto de servicio y ante Elena, que la observaba con mirada hambrienta, vistió su uniforme de colegiala, sus medias tres cuarto y por último se calzó los mocasines. Lucía para comérsela así vestida y con su collar de perra, cuya cadena de metal pendía por delante. Por fin se hicieron las diez de la noche y sonó el portero eléctrico. Elena y Areana bajaron y luego de abrir la puerta de entrada al edificio, tras la cual esperaba Marta con la ansiedad pintada en su rostro, Elena le entregó a la sumisita y le dijo: -Aquí está la perrita. Úsela y a las doce me la trae de de vuelta. -Sí, está bien. –dijo la librera envolviendo a Areana en una mirada caliente y tomándola de la mano. -Otra cosa. –agregó Elena. -Sí, dígame. -No le quite el collar en ningún momento. -Ah, sí, el collar… -contestó la mujer como si recién en ese momento advirtiera el accesorio que la niña llevaba. -Y por último. Esta pendeja es hija del rigor, así que nada de mimos ni esas estupideces. ¿Entiende? -No se preocupe. No soy de hacer mimos. Me gusta la cogida fuerte. –dijo la librera y se llevó a la sumisita. Elena las vio irse y regresó apresuradamente a su departamento, donde echada ...