1. Yago (VI): Otra vez, el coronel


    Fecha: 15/08/2021, Categorías: Confesiones Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... si... ¡gracias, sargento!. Con discreción, seleccione a dos de sus soldados y llévelos hasta mi alcoba. Colocadlos a ambos lados de la puerta. Y esperad a que llegue. No tardaré mucho.
    
    - ¡Como mandéis, excelencia!
    
    En opinión del Marqués, Salazar tenía un gusto exquisito seleccionando machos. Y se quedó mirando el culo del sargento Diez, mientras se retiraba.
    
    Casi inmediatamente empezaron a sonar los primeros compases de la segunda pieza de baile. Un minué.
    
    Beatriz, el Conde, Blanca y Hervé; además de otras damas, con sus respectivas parejas, ya estaban colocadas formando un pasillo, para seguir bailando... como era debido.
    
    Y otros, empezaban a tomar posiciones, dentro del salón, atendiendo a sus intereses. Por ejemplo…
    
    D. Pedro, que ya tenía su corte de divertidas damiselas, escuchando atentamente sus ocurrencias. Mientras Sarasola, intentaba localizar al desparecido capitán; poniéndose en evidencia, ante los ojos del Duque, que no le perdía de vista, y se había dado cuenta de las intenciones de Salazar.
    
    Claro que, él, también estaba poniéndose en evidencia ante los ojos del lugarteniente Clementsy; al que no dejaba de mirar con descaro, mientras bailaba con Blanca.
    
    Pero la mayoría de los invitados estaban pendientes del baile, atentos a los todos cambios; y no se daban cuenta de este tipo de cosas,
    
    Sarasola, que ya se había olvidado del capitán, apoyado en una columna, miraba a los caballeros que bailaban, disimuladamente…
    
    Y así, estuvo ...
    ... durante un buen rato. Hasta que, de repente, sintió unas manos que le tocaban tímidamernte; y se dio la vuelta, para ver quien tenía el atrevimiento de tocarle el culo.
    
    - ¡Ah!, sois vos... dijo, sorprendido gratamente.
    
    - ¡Disculpad coronel!, no he podido evitar la tentación. Me tenéis hechizado.
    
    Sarasola, sonrió con mucha picardía, y echándole el brazo por los hombros, se lo llevó a uno de los pasillos que bordeaban el gran salón.
    
    - Le aseguro, capitán, que nunca había sentido unas manos tan bien colocadas sobre mis posaderas… ¡jajaja!
    
    El capitán, que hasta ese momento, no sabía muy bien a que atenerse, también solto una caracajada….¡jajaja!
    
    Y tras unos pasos, alejándose del bullicio de la fiesta; casi, estaban solos.
    
    Poco a poco, fueron alejándose... en dirección a la torre.
    
    Como estaba oscureciendo, al pasar frente al cuerpo de guardia, el capitán subió la voz para que no les dieran el alto.
    
    Y luego, atravesaron la imponente puerta de madera, con cuidado de que no se la oyera demasiado.
    
    Nada mas atravesarla, y antes de subir arriba, se entregaron a un intenso magreo.
    
    - ¡Me tenéis loco!, mi coronel.
    
    Salazar le había echado mano al culo; y le estaba dando un buen masaje entre las nalgas; mientras, Sarasola sopesaba ese pollón; y le comía la boca, con ansia.
    
    - ¡Ah!, capitán. Como me gustáis…
    
    … os gustaría follarme el culo ¿verdad?
    
    - Lo ansío, impacientemente, mi coronel.
    
    Sarasola, se dio la vuelta y se apoyó en los escalones de la ...