1. La clase de yoga


    Fecha: 14/11/2017, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Mi nombre es Javier y tengo 40 años. Bueno, ya no soy muy joven y esto me llevó a que hace algunos años atrás me decida por tomar clases de Yoga. Para ser exacto, tres años atrás. Mi maestro tiene diez años menos que yo. O sea treinta años. Un joven con todas las características de un yogui, lleno de templanza, paz, tranquilidad contagiosa y un cuerpo fibroso y flexible que había observado con detenimiento mientras nos mostraba los ejercicios. Pero, sinceramente, sin ningún tipo de deseo lujurioso ya que el contexto no lo motivaba. Una vez , después de la clase, pidió hablar conmigo y me invitó a tomar una clase especial un día por la noche. Me explicó que me había elegido para esta sesión por mis años de práctica y por la confianza que me tenía. Y yo, con mucha afabilidad, acepté sin titubear y quedamos así de acuerdo. Cuando llegó la fecha acordada, Daniel, mi maestro, me explicó que iba a estar solo ya que en esta práctica iba a tener que estar completamente desnudo y hacer algunas posiciones propias del yoga. Obviamente, me fundamentó de que se trataba todo esto y me dio la opción de negarme a realizarlo si esto no me gustaba. A mi me corrió un frío por la espalda cuando me lo dijo y, al principio, no me sentía seguro por la vergüenza pero, al mismo tiempo, no quería decepcionarlo y necesitaba demostrarle que sentía confianza en él. Y así comenzamos la sesión. Me desvestí y dejé mi ropa en el cambiador y cuando salí a la sala, mi maestro había puesto una suerte de sábana ...
    ... blanca sobre la alfombra y el estaba vestido con su ropa. Ni les cuento lo rojo que me puse de vergüenza. No sabía que hacer con mis manos. En ocasiones me daban ganas de tapar mis genitales pero también quería hacerme el superado y parecer que no me importaba estar completamente en bolas. Daniel me indicó la primera forma y me relajé cuando la hice y comencé con la respiración. De tanto en tanto lo ojeaba para ver si me miraba pero no lo hacía hasta que me daba otra indicación. En un cierto momento hicimos una forma en que tenía que ponerme en cuatro patas y llevar mi pecho al suelo quedando con mi cola parada. En ese momento Daniel estaba parado detrás de mí teniendo una panorámica de mi culo en toda su expresión. Y al rato vino otra indicación. Así proseguimos con otras instrucciones y de repente, mi maestro se sacó su pantalón y remera delante de mí quedando sólo en un ajustado slip. Su cuerpo marcado y el bulto que se le marcaba debajo de ese calzoncillo hizo correr un estremecimiento desde mi culo hasta la punta de mi pene. La imagen era formidable. Y me interrumpió una nueva instrucción. Daniel me dijo que esta vez él me iba a ayudar porque necesitaba mi espalda erguida y mientras yo realizaba la forma, Daniel posó su mano en mi espalda y la hizo correr hasta cerca de mis nalgas, ida y vuelta. Lo hacía de tal manera que sentía que mi pene comenzaba a erectar y trataba de pensar en otra cosa. Así continuamos con algunas otras posiciones y mientras yo mantenía la forma ...
«1234»