CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO
Fecha: 09/10/2019,
Categorías:
Infidelidad
Tus Relatos
Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... hembra no aceptaría como novio a un pendejete con un grano por pene y que ni siquiera se le para. No había discurso efectivo ni oratoria pertinaz que absolvieran mi incapacidad viril. Llegué a la conclusión de que lo más que podría conseguir sería una expresión de sincera lástima por su parte, cocinándola con una pizca de comprensión y dos cucharadas de: "hasta aquí llegamos y espero que me entiendas". Desde luego que lo comprendería; sólo un necio no asume que una mujer que busca un hombre no puede conformarse con un pelmazo que no sirve como tal, que tiene aquello de ornato y para sus funciones mingitorias. ¿Qué íbamos a hacer como novios? ¿Tomarnos de la mano en un cine? ¿Jugar damas chinas con un par de tés de manzanilla? Yo hubiera sido feliz con esa perspectiva, pero era imposible que cualquier mujer aceptara enterrar su sexualidad por alguien que ni siquiera conoce bien. El fin de semana transcurrió entre tales intentos de confesar una realidad honesta, juegos de futbol y aburridos realities dominicales; conforme fue acercándose el lunes, mi miedo crecía como si el patíbulo me esperara. Intenté, incluso, hacer erectar mi vergüenza con un par de viagras originales y, por tanto, bastante costosos, combinándolos con un remedio casero medio esotérico que había leído por ahí y la manipulación extrema que hice de mi pene, tratando de revivir algo que nació muerto y que nunca resucitaría. Lo único que logré fue la venida de tres chaquetas y una tonelada de frustración y ...
... desasosiego.
Entre masturbaciones decidí que lo mejor sería hablar con ella honestamente; manifestarle mi condición y mi convicción por procurar ser un amante diestro con recursos distintos a la ordinariez de los genitales. Estaba dispuesto a consultar el Kamasutra, los tratados orientales y hasta la brujería de los chamanes, con tal de darle a aquella voluptuosa chica el placer que no había sido capaz de prodigar a nadie. En un exabrupto, dejé de ver en la tele una aburrida plática del reality entre dos concursantes, para salir y tomar el metro hasta la estación Juárez, caminé unas cuadras dispuesto a aprender las técnicas amatorias que se mostrarían en la gran pantalla del Palacio Chino, que presentaba como premier: "El imperio de los Sentidos", de la cual leí una reseña en la que se aseguraba el éxito del largometraje, por su honda y erótica proyección de las técnicas milenarias del coito entre los japoneses. Sin embargo, lejos de aprender o excitarme, las escenas violentas del film me provocaron náusea y me salí de la sala.
Unos tacos de suadero con longaniza me quitaron el asco mejor que un dramamine y la sudorosa coca cola helada refrescó mi posición de confesar mis limitaciones a la mujer amada. Ciertamente, había muy pocas alternativas a eso; una de ellas era terminar yo mismo la insipiente relación, algo que no estaba dispuesto a hacer, pues prefería cinco minutos al lado de ella, aunque tuviera que soportar toda la burla que mi ausencia de hombría provocaba. ...