1. Siempre en el closet 1


    Fecha: 13/10/2019, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Arturo Suárez, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Soy un homosexual de closet. A mis 54 años aún fantaseo con un macho bien armado que me inicie en las lides del amor penetrándome con maestría para darme el mayor placer sin causarme dolor o daño que me avergüence o motive el arrepentimiento por mi pecado.
    Para mí sentir placer anal no es desconocido, desde joven descubrí que sentía más placer cuando me masturbaba si metía algún objeto en mi culo al mismo tiempo que me la jalaba. Pero jamás he sentido el placer de que me penetren con habilidad para darme ese placer que siempre he imaginado sublime.
    En estos días estoy viviendo de nuevo esa angustia mezclada con placer que provoca espasmos en los testículos, en la verga y en el ano, si, en mi culo que siente una especie de dolorcito o vacío causado por esa ansía de sentir una buena verga metida en su interior. Y es que acabo de conocer a un hombre de esos que a mí me gustan: con verdaderos músculos fortalecidos por el trabajo y no esos hinchados brazos artificiales conseguidos por drogas y ejercicios en los gimnasios.
    Él es un hombre así, enérgico, con piernas fuertes que sostienen su cuerpo atlético, con una cadera estrecha y dos nalgas bien formadas. Como su trabajo es de campo, cuando llega se cambia sus modestas ropas por otras más raídas propias para el trabajo rudo. Yo siempre busco pretexto para estar con él cuando lo hace. Lo admiro en silencio y disfruto de verlo semidesnudo, con unos pectorales modestos pero adecuados a su complexión. Sus abdominales aunque ...
    ... cubiertos por una leve capa de grasa pueden apreciarse y generar en mí el deseo de acariciarlos.
    Lo que más miro, es el bulto de su verga a través de su trusa, una trusa de pobre, de esas a las que fácilmente se les aflojan los resortes, por eso no puedo deleitarme a mi gusto, ese viejo trapo no permite que se le marque bien y luzca en toda su hermosura.
    Él termina de vestirse y se va. Deja en su taller su ropa del diario. Yo me acerco, la huelo, la abrazo, me rozo con ella los brazos, la cara, los labios. Huelen a él. Un olor a hombre que no usa perfume pero que es pulcro. No puedo evitarlo, un electrizante impulso recorre mi espalda y se termina expandiéndose en mi culo, me excito, primero siento las cosquillas en mi ano, esa rica sensación de apretarse y relajars preparándose para una rica penetración, después el impulso llega a mi verga, siento como va poniéndose caliente y dura. No puedo evitar tocarme, rozarme suavemente el glande con mis dedos, lo hago con discreción y cuidado pues estoy tan excitado que temo eyacular ahí mismo mojando mis calzoncillos. Quisiera poder meterme algo en culo.
    Me animo, cierro suavemente la puerta del taller, es arriesgado lo sé, pero tengo tantas ganas de sentir algo en mi culo que no puedo pensar coherentemente. Busco entre las herramientas que él tiene y encuentro lo que busco: Un desarmador. Ya antes me he metido un desarmador en el culo y lo he disfrutado, pero hoy es tanta mi excitación que aún antes de metérmelo ya empecé a sentir ...
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