Sexo a la vuelta de la escuela
Fecha: 19/11/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: hellydoiloz120, Fuente: SexoSinTabues
/Este relato no es de mi propiedad,solo copio y pego de mensajes de personas anonimas que se contactan conmigo/ Hola, me llamo Vianney. Creo que para empezar mi relato, me gustaría describirme un poco. Al día de hoy tengo 19 años, mido 1.67 metros, delgada, piel blanca y cabello largo, muy alasiado, de color castaño claro aunque pintado con rayos rubios, ojos entre azules y grises. Sin pretender ser vanidosa, dicen que muy bonita, bueno, desde niña siempre he sido muy pretendida por los hombres de todas las edades. En realidad confieso que suelo pecar de vanidosa y pedante, y es que en toda mi vida siempre he sido considerada la bonita más del grupo escolar o de la colonia, y la niña que llama más la atención de los niños, así era imposible que no se me llegara a subir y tal vez por eso me pasó lo que me pasó. Resulta que hace dos años cuando cursaba el primer año del bachillerato, yo solía llegar como a las 10 de la noche a mi casa porque mi escuela estaba algo lejos. A pesar del horario, a mí me gusta lucir muy sexy con mi uniforme, el cual consiste en un suéter azul marino, una blusa blanca y una falda de color azul claro a cuadros. Pero además de vanidosa, también era muy coqueta y por eso me conseguí una falda escolar corta que apenas y me llegaba unos 10 cm más abajo de mi intimidad, además de muy holgada y con dobleces que me hacen ver muy sexy y provocativa. Para ir a la escuela tengo que cruzar una avenida muy ancha y peligrosa. No me queda de otra que utilizar el ...
... puente peatonal más cercano el cual está en una esquina y frente a una tienda de abarrotes. Casi todos los días solía encontrarme frente a la tienda con Juan Carlos, un vago de 26 años sin futuro alguno, ya saben, de esos que ni trabajan y ni estudian. De hecho me lo encontraba tanto de ida como de regreso de la escuela. Bueno, en realidad sospecho que trataba de coincidir con mis horarios para encontrarme y molestarme como era su costumbre, y es que como era amigo de mis primos ya nos conocíamos desde antes. Solía decirme que yo estaba bien buena, que cuando íbamos a coger y cosas así. Además cuando podía, me agarraba las nalgas o las piernas. Y aunque yo me enojaba y le daba un manaso cuando me agarraba, podría decirse que siempre ganó porque por lo menos se daba un buen taco de ojo cuando yo subía el puente, mi faldita corta le dejaba ver hasta mi ombligo, bueno, mi ropa interior que casi siempre era un calzón aunque alguna que otra vez llegué a ponerme una tanguita. Quien sabe por qué pero eso no me molestaba, al contrario, me agradaba imaginar todo lo que yo le provocaba en él al verme subiendo las escaleras del puente. Era tal mi curiosidad que varias veces fingí detenerme para amarrar las agujetas de mis zapatos, entonces me inclinaba lo suficiente para amarrarlas y observar de reojo a Juan Carlos quien tenía una cara que demostraba que le gustaba lo que yo le enseñaba y la lujuria por el antojo de poseerme. No me preocupaba la situación pues como siempre él dejaba de ...