De cancaneo (cruising), en la ciudad.
Fecha: 15/12/2019,
Categorías:
Gays
Tus Relatos
Autor: Danisampedro91, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... Por suerte lo pude parar, y es que allí no era buen sitio, ya que solía ser muy concurrido y era muy fácil que nos pillaran en plena función.
Por suerte me hizo caso, pero sin soltarme salimos de allí, me llevaba hacia el Cantón Pequeño. Al poco de salir, nos cruzamos con uno de los vigilantes que solían rondar por esa zona, ya que vigilaban los comercios de la zona. Al cruzarnos lo que me sorprendió, es que ambos se saludaron como si se conocieran de toda la vida, o como si fueran grandes amigos. No te preocupes, es amigo, me soltó el viejo lobo.
Seguimos andando hacia el Cantón Pequeño, cuando al poco de cruzarnos con el vigilante, yo disimuladamente, me giré a ver para donde iba el vigilante, cuando me fijé que el se había dado la vuelta también y nos quedaba observando. Le comenté el detalle al viejo lobo, y me respondió que estuviera tranquilo que, con ese vigilante, no habría problemas, era amigo.
La verdad es que iba caminando, e iba pensando del porqué no habría problemas con ese vigilante, iba sospechando que seguramente, sabría lo que solía hacer el viejo lobo. Vamos que sabría de sus andanzas.
Al llegar a la altura de la calle Alameda, nos metimos por dicha calle, para salir en la calle Durán Loriga, mientras el viejo lobo, iba sobándome cada vez que tenía ocasión.
Como no encontrábamos un lugar adecuado, me fue llevando hasta la entrada al Banco Banesto. Allí nos paramos y el muy zorro, empezó a acorralarme, empezando a meterme mano ...
... por todas partes, hasta conseguir desabrocharme el cinturón, y desabotonarme parte del pantalón.
Joder, era como un pulpo metiendo sus tentáculos por todas partes. Hasta llegó a meterme un dedo en el culo, mmm, cómo estás putito, me decía, mientras yo además de nervioso y excitadísimo, le repetía que allí no, que allí no podía ser. Además, hasta puede haber cámaras de vigilancia. pero poco o nada parecía importarle. Tranquilo putito, que no pasa nada, ay que calentito tienes el culito, me decía. Cuando por la otra acera de enfrente, pasaba una persona. Fue entonces cuando paró y saliendo de allí, seguimos camino a la calle Santa Catalina.
Al llegar a dicha calle, subimos hacia San Andrés, haciéndolo por la acera de la derecha. Justo antes de llegar a la calle San Andrés, había un viejo comercio que solía estar siempre sin luz en el escaparate, y la entrada hacía como una l, justo por donde tenía la entrada al viejo edificio; en ese lugar ya lo había visto en varias ocasiones con otros putitos.
Allí me metió, y tan pronto me acorraló justo a la entrada del edificio, que era donde hace la l, ya no había manera de sujetarlo. Era como una caldera en ebullición. Me subió la camisa y chaqueta de punto que llevaba, hasta los hombros. Más que subir, casi me los arranca.
de esta manera empezó a morderme los pezones, haciéndome gemir, ¡aaahhh! Espera, le decía yo. Pero él en esos momentos era un lobo con su presa, y la lujuria que se le veía daba miedo.
Con sus ...