El nuevo entrenador
Fecha: 16/06/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: thescreamline, Fuente: CuentoRelatos
... por Valeria fuera, Esteban moriría del pánico antes de que ella apareciera en su defensa.
- No te quedes demasiado tiempo si no viene nadie - me aconsejó, despidiéndome con un beso en la mejilla.
- Sólo esperaré unos minutos más y me iré - afirmé, mirando el reloj de pared. Aún faltaban dos minutos para las 19, pero los alumnos de ese horario solían estar reunidos esperando su turno. - Nos vemos mañana.
- Salió bien la clase de hoy - anunció Valeria, como quien dudaba en marcharse rápido. - Mañana podemos darles este mismo WOD a los de las 19, si no viene nadie ahora.
Me limité a asentir, invitándola a retirarse.
Valeria salió corriendo hacia su auto, en un vano intento de no empaparse. Me quedé apreciando el gimnasio que tenía para mí, con la fantasía de quien se cree dueño y señor de aquel imperio. Aunque no podía admitirlo públicamente, no me causaba apuro que Edgardo se recupere y reclamara el trono. Yo sentía que había hecho algo a lo que pertenecía, por más que mi veta de entrenador fuera más empírica que académica.
Además, habíamos conseguido muchos clientes nuevos, lo que no eran méritos menores. Uno en particular que apareció el día anterior, cuando la clase de las 19 estaba terminando.
Un joven rubio, delgado y con una sonrisa de oreja a oreja se acercó a averiguar los horarios de CrossFit y prometió aparecer e integrarse al gimnasio. La lluvia, probablemente, había dificultado la iniciativa.
Me arrepentí de no haberle preguntado el ...
... nombre, o incluso sacarle más información, pero me solía suceder cuando conocía a alguien que me encandilaba, que mis capacidades de cazador se volvían obsoletas.
Noté una figura en la puerta y me sorprendí al ver a uno de los chicos del grupo de las 19. Me había confiado en que nadie aparecería.
- Buenas noches - saludó Bruno.
A diferencias de todos los clientes usuales del gimnasio, Bruno siempre aparecía vestido de jean ajustado y una remera elegante. El hombre se escapaba de su trabajo para ir al entrenamiento y se cambiaba en el vestuario, con la ropa que acomodaba en su tan conocida mochila verde.
Me acerqué hasta él y le extendí la mano para saludar.
Nos miramos con una sonrisa cómplice. Tres meses atrás, mantuvimos un fortuito encuentro sexual, cuando ambos éramos compañeros de entrenamiento.
- No vino nadie - comentó Bruno.
- Bueno, estás tú - respondí.
- ¿Y Valeria?
- Se acaba de ir - dije, mirando hacia la puerta por la que mi compañera se marchó. - Me quedé a esperar por si alguno aparecía. Si quieres entrenar, podemos hacerlo.
Bruno miró el reloj de pared. Era un muy bonito diseño, sin minutero, con un dibujo en color crema y negro de la torre Eiffel. Yo sentía un gran aprecio por ese reloj, ya que en mis primeros días de CrossFit, marcaba el tiempo en que se terminaría la tortura que me representaba el entrenamiento. Habían pasado cinco minutos de las 19. Era improbable que alguien apareciera.
- Bueno, me iré a cambiar porque estoy ...