La reeducación de Areana (9)
Fecha: 20/11/2017,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... entre un cintarazo y otro, para que el suspenso acentuara el padecimiento de la víctima. Por momentos daba varios golpes en la misma nalga y luego una serie en la otra, logrando, de esa manera, que el dolor se intensificara. Areana gemía y a veces gritaba, según la fuerza del azote, y movía sus caderas a derecha e izquierda. Por momentos suplicaba:
-No… por favor… por favor, señora Elena… No me pegue más… ¡¡¡Aaaaayyyyyyyyy!!!...
Pero Elena seguía castigándola y en su cara se reflejaba el intenso placer que sentía al hacerlo. Las nalguitas de la niña lucían cada vez más rojas y cuando de pronto Elena las palpó sintió que ardían bajo la palma de su mano izquierda, mientras Areana había empezado a llorar.
Elena le pegó algunos azotes más y por fin consideró que ya era suficiente.
-En cuatro patas ante mí, nena tonta. –ordenó. Areana obedeció sin dejar de llorar y llevó la mano derecha a su maltratado trasero, para frotárselo en procura de atenuar el doloroso ardor que sentía.
-¡Sacá esa mano de ahí o te sigo dando, pendeja atrevida!
Areana quitó la mano de su colita y Elena le acercó el cinto a la boca.
-Besalo. –le ordenó. La niña apoyó sus labios en el cinturón, que la mujer mantenía doblado en dos.
-¡Que lo beses, dije! ¡Quiero escuchar el sonido de ese beso!
Areana temblaba de miedo, pero también de excitación, una excitación que la paliza no había hecho más que incrementar. Su concha chorreaba flujos y respiraba por la boca, con fuerza. Besó ...
... sonoramente el cinto y esta vez Elena quedó satisfecha.
-Bien, bien, mocosa… ¡Muy bien!... ¿Seguís queriendo que te haga gozar?...
-Sí… ¡Sí, señora Elena, síiiiiii!...
-Bien, entonces lamé mis pies… ¡Vamos!...
Areana no vaciló. Acercó su rostro al pie derecho de Elena y comenzó a lamerlo. Primero los dedos, luego el empeine y otra vez los dedos, mientras la humillante situación la excitaba cada vez más hasta hacerla arder toda y estremecerse en un temblor incontrolable. Elena disfrutaba intensamente dominándola a semejante extremo. Areana se aplicó a lamer el pie izquierdo y estuvo haciéndolo un rato largo, embriagándose con el morboso placer que sentía al deslizar su lengua por la blanca piel del empeine, por los dedos, y cuando ya creía no poder resistir más sin correrse, Elena le ordenó que se detuviera.
-A ver esa concha. –dijo y la inspeccionó metiéndole dos dedos que retiró empapadísimos. Los introdujo en la boca de la sumisita e hizo que los limpiara lamiéndolos y sorbiéndolos. Finalmente, con Areana en cuatro patas ante ella, jadeando fuertemente, presa de una violenta calentura, le ordenó que trepara a la cama y se tendiera de espaldas. La niña obedeció presurosamente, cerró los ojos y escuchó la orden de Elena:
-Encogé las piernas y separá bien las rodillas, perrita puta.
-Sí… Sí, señora Elena, sí… Y se ofreció totalmente a la dómina, que del baño había traído el pote de vaselina con la cual se untó dos dedos, el índice y el medio. Mientras acercaba ...