El semental de confianza -4 (Final)
Fecha: 22/11/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... y al final, Patty. Se estuvieron turnando varias veces, hasta que Ramón no pudo ya más.
Fue precisamente en el turno de Patty cuando Ramón eyaculó en su suave ano, llenándola, haciéndola gritar, mientras Claudia acaparaba la boca del albañil con su vulva.
Cuando Patty se levantó, un pequeño chorro de semen salió por su culo, cayendo en el muslo de Ramón. Ana de inmediato lo lamió mientras Patty apretaba lo más que podía su esfínter.
Patty se puso encima del estómago del albañil y aflojó su ano, liberando la blanca y tibia carga sobre él, entre estruendosas flatulencias.
“Supongo que ya te los has tragado”, dijo Ana mirando a su hermana mayor.
“Si, pero de su cosa, no del culo de una persona”, contestó Claudia, ante la inminente invitación a tragarlos.
Ana no dijo nada más. Simplemente comenzó a besar el pecho de Ramón, aun sintiendo su agitada respiración, lamiendo sus dos tetillas, y prosiguió bajando con su lengua al charco de semen que había dejado Patty en su estómago. Miró a Claudia sonriendo, y comenzó a lamer y tragar el blanco manchón. Patty se acercó del otro lado y comenzó a compartir con su hermana su ya habitual rutina, tragando el semen y besando sus bocas. Claudia solo miraba, impresionada, al ver a sus bellas hermanas devorando la carga y besándose, pasándola entre sus bocas, escupiéndose, y disfrutándola.
Claudia se relamió los labios. Se arrodilló junto a sus hermanas y participó del festín, finalmente. Patty la tomó de la barba y la ...
... besó, tal como lo hacía con Ana, pero Claudia tardó en corresponder la pasión, para terminar en unos segundos más besándola con comparable pasión.
Cuando terminaron de limpiar y tragar el semen, las tres hermanas se turnaron para mamar el monstruoso pene, turnándose para sentirlo en sus vaginas y anos justo como antes de eyacular.
Ramón tenía control total sobre las Brenan. Su madre, igual de puta que ellas, solo le confirmaba que su gigantesco pene era más poderoso que cualquier cantidad de dinero. Ser el garañón de cuatro hermosas mujeres compensaba por mucho su pobreza. Y si además de tirárselas le pagaban, que mejor.
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Días después, Ana y los niños partieron a Canadá a reunirse con su esposo y gozar de unas vacaciones. Patricia, Claudia y Patty se quedaron al cargo de su casa y desde luego, de Ramón.
Para Ana sería muy difícil permanecer algún tiempo sin Ramón, pero sobreviviría. Quizá le platicara a su esposo sobre el fogoso albañil. Sentía que Eduardo pudiera disfrutar saberlo. Sus insinuaciones en las conversaciones telefónicas le daban a Ana una clara idea de lo que su esposo pensaba. No había una sola llamada en la que no saliera Ramón a la plática.
El hombre aquél en quien Eduardo depositó su confianza para cuidar sus preciados tesoros había transgredido los limites convirtiéndose en todo un semental de su esposa y de su familia política.
Ana pensaba y pensaba en el largo vuelo, pero no conocía aún esa obscura faceta de su ...