Un beso y no te pajees que el lunes verás mi coño
Fecha: 23/11/2017,
Categorías:
Sexo Virtual,
Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos
[email protected] 4 de abril de 2018
-¿Qué vas a hacer esta noche, Rita?
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-Me voy a hacer un dedito que se me van a poner los ojos al revés.
Te dedico el homenaje, lo que no te garantizo es que sea uno solo.
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-¿Qué te parece si esta noche hacemos una paja juntos?
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-Nunca hice una cosa así, pero me parece bien. Tendré preparado a Balta, un consolador negro, enorme, y a Soldado, uno más pequeño para el culo.
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-Quedamos a las once, antes no puedo.
-A las once...
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-¿Estás ahí?
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-Sí, pero tengo compañía.
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-Pues otro día será.
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-Vale.
Al día siguiente...
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-Espero que hayas tenido un "final feliz" de la noche, yo tuve dos, pero al final a mi mente vinieron imágenes de coños y tetas, no de pollas y huevos, jajajajaja.
Un beso.
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-Ahí te mando una foto de mi polla por si un día quieres mamarla, aunque sea a distancia.
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-Vaya aparato hermoso calzas. Yo catalogo a las pollas en dos tipos, la cabezona y la que es como la tuya, que acaba en punta y es ancha atrás, es el tipo ideal para que te la metan en el culo. Esta noche vuelven a caer un par de pajas, y no va a ser pensando en coños y tetas.
Un beso, o dos, que hoy estoy generosa.
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-¿A qué edad te corriste por primera vez, ...
... Rita?
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-Te va a parecer muy fuerte pero fue a los 33 años. ¿Y tú?
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-Mucho antes. Me corrí por primera vez con otro chico, Me la peló y me la mamó en una caseta. ¡Y cómo la pelaba y la mamaba el Cabroncete! La hostia fue que al ver como se tragaba mi leche, por primera vez en mi vida la polla no se bajó, después de correrse quería más.
Me voy a extender un poco porque a raíz de esto me lo iba a pasar de puta madre.
Al día siguiente, pensando, me di cuenta de que el Cabroncete no aprendiera solo. En la aldea no había raritos. ¿Quién se la pelaría y se la mamaría a él?
Acabaría descubriéndolo.
El cabroncete tenía una hermana más fea que pegarle a un padre, a la que nadie follaban ni tapándole la cara con un saco. El hermano le contara lo de la paja. Lo supe porque dos días después estando sentado sobre una gran piedra que había en el corral de la aldea en que vivíamos, la moza, que por cierto fea era, pero tenía un cuerpazo que quitaba el hipo, comiendo un bocadillo de chocolate, se sentó sobre mis rodillas, y moviendo el culo sobre mi polla, cuando no pasaba nadie por el camino, me fue llamando la atención por lo que había hecho con su hermano. La sangre iba subiendo a la cabeza de mi polla y la hacía latir, ella la sentía y a cada poco le daban escalofríos. Creo, aunque no lo pudo jurar, que cuanto me corrí se corrió conmigo, lo digo por la tembladera que le entró.
La cosa no quedó ahí. Un día que fuimos a coger piñas al monte, ...