1. Las confesiones de Jorgito


    Fecha: 25/11/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... repito eso de pararme ante el gran espejo, pero ahora me toco, paso mis manos por mis muslos, por mis nalgas, me acaricio las tetillas y me estremezco cuando imagino que es uno de esos hombres quien me acaricia, me manosea, me retuerce los pezoncitos. Después corro al baño a masturbarme.
    
    Estuve dando vueltas para no enfrentar la verdad, pero es inútil. Tengo que aceptar que soy gay y que esos hombres que me miran me dan miedo, pero a la vez me calientan mucho.
    
    Después de dudar durante varios días decidí ir a un sex shop a comprar un vibrador. Quiero probar y aunque suene grosero lo digo: quiero darle de comer a mi culo.
    
    Me costó, pero al final fui por esa compra. Averigüé en Internet y ubiqué un sex shop cerca de casa. Para darme coraje repetí lo del espejo, pero sin masturbarme, para estar bien caliente cuando volviera con el juguete.
    
    Lindo local el del sex shop, chiquito, pero bien surtido, preservado por cortinas de miradas indiscretas desde afuera y… y atendido por un hombre que era justo del tipo de los que me miran por la calle.
    
    De unos cincuenta años, estatura media, robusto, cabello canoso, rostro ancho y mirada penetrante con la que me recorrió de la cabeza a los pies apenas entré.
    
    -Hola… -saludé mirando al piso y coloradísimo.
    
    -Hola… -contestó él saliendo desde atrás del mostrador. -¿Qué estamos buscando? –preguntó y el plural me estremeció, porque era como que establecía rápidamente un vínculo entre los dos.
    
    Me costó responderle mientras ...
    ... con la cabeza gacha veía yo por el rabillo del ojo, a mi derecha, un estante donde se exhibían varios modelos de vibradores y dildos.
    
    -Tranquilo… -dijo él, que seguramente había advertido mi turbación. –Sos muy chico y es lógico que estés nervioso…
    
    “Otro que no me da la edad que tengo”, pensé y por fin, después de tragar saliva y aclararme la garganta pude decir mirando los juguetes:
    
    -Quiero uno de… de esos que… que se llaman vibradores, creo, ¿no?...
    
    -Sí, vibradores se llaman… -pensá en cuál de éstos le gustará a tu novia… Si es virgen no lleves uno demasiado grande…
    
    Las mejillas me ardían tanto que tuve miedo de que se prendieran fuego. ¿Por qué el hombre había dicho lo de la novia? ¿habrá sido para probarme?
    
    De pronto me sorprendió con algo más:
    
    -Voy a cerrar la puerta con llave. Veo que te vas a tomar tiempo y no quiero que nos interrumpan. –y la cerró nomás, dejándonos a solas en ese local colmado de juguetes eróticos de todo tipo.
    
    Yo me sentía cada vez más nervioso, con algo de miedo también, pero al mismo tiempo excitado porque el vendedor era del tipo de hombre maduro, un cincuentón en este caso, que me calentaba. Además, manejaba muy bien la situación, con mucha seguridad. Después de echarle llave a la puerta tomó uno de los vibradores y lo exhibió ante mí:
    
    -Mirá éste, es interesante para empezar… -dijo. –no muy grande, 15 x 3…
    
    “¿Para empezar? ¿se habrá dado cuenta?” –me dije alarmado con la vista clavada en el chiche, que simulaba un pene ...