1. MATILDE EN LA DISCOTECA


    Fecha: 06/05/2020, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Manuel Matías Sainz, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X


    Aquel relato de Matilde en el parque, luego de pasar Alberto frente a nosotros, muy apresurado, tuvo un feliz desenlace conmigo luego de escuchar la grata aventura de Matilde y Alberto en la discoteca.
    Recuerdo cuando Matilde me dijo: “Hemos chapado riquísimo con Alberto, sus besos fogosos sobre mi boca, a los que correspondía con el mismo ardor sexual no tenían freno, chapábamos con pasión, con desesperación, nuestras lenguas se amalgamaban en un giro circular de nuestras bocas perdidamente enamoradas una de otra. A sus labios carnosos, mascaba suavemente y luego los besos continuaban de manera desbordada, chapando ambos en figuras de besos que mostraban desenfreno”.
    Y cuando Matilde concluyó su relato al decirme: “Mis tetas se transparentaban a través de la tela. Fumamos ambos un cigarrillo. Fue la única vez que estuve con Alberto, pero fue una experiencia riquísima”. Al terminar de escucharla, y advertir aquella experiencia de Matilde en la discoteca, la invité a una de música romántica.
    Llegamos a la discoteca, le pedí su cartera para dejarla en la guardarropía y tomar asiento en el bar. La observé detenidamente con el pene queriéndose librar de la cárcel de mis pantalones. Vestía Matilde una minifalda color negra cortísima, botas muy elegantes y una blusa negra de tela de seda muy delgada, muy vaporosa, con los cuatro primeros botones desabrochados. La tela de la blusa asomaba transparente y permitía entrever un sostén de media copa negro que cubría sus muy divinos ...
    ... pechos. Yo vestía un pantalón sport verde y una camisa verde de seda. En el cuello colgaba una cadena dorada con un rombo negro que se destacaba en mi pecho con los tres primero botones desabrochados.
    Miré a Matilde, y al rato observé su atención en esta cadena y su rombo colgado. La tomó entre las manos expresándome que era muy bonita, pero el tonó de su voz y la forma con que sostenía la cadena, me adelantaban en su voz picarona, que algo estaba a punto de suceder.
    Y así fue, en la barra de la discoteca, Matilde jaló la cadena, permitiendo atraer mi boca a la suya. La besé uniendo mis labios con los de ella a través de un beso tierno y húmedo. Pero ni bien sentí el aliento de ella, su boca desenfrenada comenzó a chapar la mía de manera fogosa ardiente, su lengua se entrelazaba a la mía, y estos besos eran realmente apasionados al extremo que mi verga ya no daba de estar tan erecta. Mientras chapábamos, podría decir salvajemente, sus manos me acariciaban la espalda y se movían hacia mis pectorales. Ese rato sus besos pararon y su boca se fue hacia mi cuello, subiendo de ahí a mi oído. Sentí sus dedos ingresar entre la separación del quinto y sexto botón de mi camisa, y decirme al oído: “!Sin camiseta; sin camiseta!. Evidentemente yo no llevaba camiseta interior debajo la camisa de seda verde, y este detalle gustó a Matilde al tocar mi barriga desnuda. “!Uhmmmmmmmmmmmm que rico, sin camiseta”, me susurro al oído, desabotonando mi camisa de abajo hacia arriba.
    Totalmente ...
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