1. Confidencias 17 Bailando noto una verga caliente en las nalgas


    Fecha: 01/07/2017, Categorías: Gays Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues

    Creo que ha sido un bonito fin de semana… o quizá no tanto… Cuando abrí los ojos con desgana y mucha pereza, que anulé saltando con energía de la cama, Dulce no estaba a mi lado. Llegue al baño, arreglé con la mano el pelo y fui al comedor para desayunar pensando que Eduardo me estaría ya esperando. No era así, en su lugar la chica ayudante de la cocinera jugaba don Dulce enseñándole un trozo de galleta que éste quería alcanzar saltando. Se quedó un poco cortada al verme y la cocinera la llamó para que hiciera su trabajo, Dulce salió ganando, consiguió su galleta sin esfuerzo. -Es un perrito muy cariñoso y bonito. Me hablaba mientras vertía la leche en mi taza, terminó de traer el desayuno y miraba a Dulce que se había sentado en el suelo, esperando a que le diera algo de mi desayuno. -¿Cómo te llamas? No recordaba su nombre aunque Tomás la nombró. Apartó la mirada de Dulce para mirarme a mí sonriente. -Alicia. No tendría más de veinte años y parecía una niña sin maquillar y con el pelo recogido en la nuca, me recordaba a alguien que no encontraba en mi cabeza. -Como la del conejito. La chica se puso roja, pensé que no me había entendido a quien me refería. -Alicia en el país de las Maravillas, la del: “Solo tienen que pintar las rosas de rojo”. No sé si recordaba el cuento pero al menos sonrió. -¿Y la cocinera? Le preguntaba para continuar la conversación, me resultaba tan frío el desayuno sin Eduardo. -¡Berta! Lo dijo en tono alto y la cocinera apareció en la puerta. -¿Me ...
    ... llamaba? Se dirigía a mí y no pude evitar reír por la confusión creada. -Alicia me estaba diciendo su nombre, no la llamaba. ¡Ah! Berta, sus pastas son deliciosas me gustan y a Dulce también. La mujer sonrío orgullosa y se limpió las manos en el delantal. -Gracias, gracias señor. Me pareció que le había gustado y a la vez la cohibía la lisonja recibida. -Me llamo Oriol, pueden llamarme por mi nombre…, quiero que lo hagan si no les importa. Había terminado de beber el zumo de naranja en ese momento y apareció Tomás, las dos mujeres se escurrieron del comedor. -El señor está en la biblioteca con los técnicos, le pide que vaya cuando pueda. -Simplemente me lavo la boca y voy en un minuto. Lo hice así, me coloqué un batín y llegué donde me esperaban. Acompañaban a Eduardo dos señores, no tan mayores, de unos treinta y cinco años más o menos. Me sentaron en una silla delante de la mesa de despacho y me colocaron al frente de un aparato parecido a los que usan los oftalmólogos y oculistas. En cuatro minutos habían acabado. Ellos se quedaron, volverían a llamarme para hacer la prueba, ahora tenían que incluirme en el software o algo así. Tuve tiempo para darme una ducha y comenzar a trabajar en los ejercicios que nos habían mandado para el fin de semana y que ayer no toqué. Todo funcionaba correcto y al aplicar mi ojo en la mirilla la trampa del suelo se abría como hacía con Eduardo, me despedí cuando comenzaron a recoger en sus maletines las herramientas. Estuve estudiando duro y ...
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