Vuelta a casa
Fecha: 25/05/2020,
Categorías:
Masturbación
Tus Relatos
Autor: gauchosonico, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
El taxi aceleraba por la calle vacía y la morocha sentada atrás veía desfilar en todas las ventanas de San Telmo una Luciana desvistiendose, mirando si todavía llovía entre persianas de madera, vidrios con borde esmerilado, en departamentos de techo alto que olían a humedad y marihuana, tirando cigarrillos prendidos al inodoro que se apagaban con un chasquido. En la plaza de Avda Independencia, una Luciana paseando un perro se agachaba a hacer algo en su zapatilla. No tenía bombacha. Unos metros más arriba, en una de las torres, una Luciana se asomaba a la ventana desnuda, corriendo las cortinas. Al bajar del taxi se dio cuenta que seguía empapada.
Dentro del minúsculo departamento su roomate roncaba en un sillón cama. La tele sin volumen, las cajas de la rotisería en la mesa y un par de frasquitos de esmaltes para uñas contaban la historia de la noche de Daniela. La morocha dejó sus cosas tratando de no hacer ruido mientras se preguntaba qué hubiera hecho de quedarse en casa ese sábado. Probablemente no tendría saltada la pintura de las uñas, habría visto una temporada entera de Friends y estaría usando un jogging en vez de la tanga de alguien más. Se cambió en el baño porque no supo cómo le explicaría a Daniela, si se despertaba, de dónde había sacado esa tanga nueva que no se parecía a ninguna de las que la morocha guardaba en tuppers de plástico.
Se sacó el maquillaje, se miró los granos, se soltó el pelo y suspiró. Su vista bajó hasta el inodoro: la tabla ...
... cerrada, su ropa en el piso alrededor y casi prolijamente acomodada, la tanga de Luciana brillando negra sobre el plástico blanco. No sabía qué hacer. Pensó en guardarla entre sus bombachas, pensó en lavarla por si tenía que devolverla. No sabía por qué habría de lavarla si ella solo la había usado unos minutos. Recordó las manos de Pablo agarrando la tanga de Luciana del suelo y poniéndosela a ella, subiendo por sus piernas que siempre temblaban de frío.
Sin pensar, tratándola como si fuera una bombacha de ella, la morocha levantó la tanga del inodoro y la acercó a su cara. Respiró en la tela de algodón. Sentía el jabón del lavadero de San Telmo, el perfume de Luciana y su propio olor. Guardó la tanga en el bolsillo del pantalón viejo que usaba para dormir, apagó la luz y salió del baño.
Daniela seguía roncando como un generador a nafta en miniatura, parejo y constante. Pobre Dani pensó al mirarla con la boca abierta, las migas en la mesa, mientras abría su cama, en la pared de enfrente. Cuando se sacó el pantalón, la tanga de Luciana hecha un bollito cayó del bolsillo. La morocha la levantó y la metió bajo las sábanas. Pensó en la cantidad infinita de veces que en su vida había levantado una bombacha del suelo. Pero nunca había levantado la tanga de alguien más y mucho menos para llevarla de vuelta a su nariz.
Olía picante y dulce pensó sin dejar de hundir la nariz en el bollito de tanga. Recordó como Pablo inventaba aromas y sabores en cogollos de marihuana, axilas ...