Mi Policía Privado - #01
Fecha: 01/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Oliver.Rocca, Fuente: SexoSinTabues
Era la madrugada del domingo cuando salí rumbo a mi casa, con varias copas encima. La reunión fue en la casa de Christian y, como todos los eventos que se realizan en su hogar, la única forma de digerirlos sin suicidarse, es ingiriendo alcohol. Me llamo Sam. Tengo 23 años. Soy flaco, de tez morena y ojos claros. Las mujeres mueren por mí y me gusta hacer desear lo que nunca van a obtener. No tengo ni busco un trabajo. De momento, me gusta disfrutar la vida. Lo que en Bahía Ausente se entiende como lidiar con la policía de vez en cuando. Fue justamente con un miembro del cuerpo policial donde surge la historia que les quiero contar. Más precisamente, con el miembro de un policía. Caminaba sin rumbo. Literalmente. Estaba tan borracho que apenas podía seguir una línea recta. No sé por qué, se me dio por desviarme del camino hasta mi casa y dar una vuelta por los alrededores de Bahía Ausente. En esa calle oscura que marca el final del pueblo y el inicio del bosque. Cuando vi doblar un patrullero policial, suspiré con fastidio sabiendo que aquello me iba a presentar una tediosa conversación. La policía me odia y el sentimiento es recíproco. Efectivamente, el auto aminoró la marcha cuando nos encontramos. Noté que la ventanilla descendía a medida que se acercaba hacia mí. - ¿Qué haces por aquí? - preguntó. - Paseando - respondí. El oficial se rio. Mi estado de ebriedad era notable. - Sube a la patrulla - me indicó. - Te llevaré a tu casa. Había confiado en esa oferta en el pasado ...
... y terminé detenido por tres días. Preferí guiarme por mi instinto y por el poco razonamiento que me quedaba, decidido a continuar mi camino. - No, gracias - atiné a responder. Sentí un escalofrío por mi espalda cuando el coche se detuvo por completo y escuché el ruido de la puerta abriéndose. Giré para corroborar que el oficial estaba descendiendo del auto. Pese a la poca iluminación pero con la ayuda de la luz de la luna, noté que el oficial era robusto, con cuerpo trabajado. Tenía el cabello rubio y la piel blanca. No podía asegurar que fuera atractivo, pero al menos su cuerpo llamaba la atención. No debía de tener más de 30 años, por lo que seguramente pertenecía a la generación de policías que había ingresado recientemente. - Ponte contra la pared - indicó, señalando el mural que se presentaba a mi derecha. - No hice nada - dije. - Ponte contra la pared - repitió. Fastidiado, pero no tan ebrio como para dar batalla a un policía que podría hacerme añicos en segundos, me dirigí hacia la vereda y coloqué mis manos sobre el mural. Sentí que comenzó el cacheo, con sus manos grandes y rudas. Su forma de palpar mantenía claramente las intenciones de que me quejara, porque sus palmas repicaban contra mi cuerpo. En una de sus salvajes palmadas lancé un pequeño gemido que no pude contener. - Sé hombre - indicó el policía, riendo como si aquello lo colmara de felicidad. Esa impronta masculina no hizo más que endurecer mi miembro, mientras sus manos seguían golpeándome con la excusa ...