Mi hermano cruel - Segunda parte - Relatos Eróticos

Mi hermano cruel - Segunda parte

... escándalos.

Ricardo tomo su ropa y zapatos y se zambulló debajo de la cama.

—¿Qué pasa mujer porque no abres?

--ahora voy no puedes esperar un minuto casi dormía y vienes con tu escándalo.

—mujer quería darte una sorpresa y la sorpresa me las das tu mírate nada más que suculenta estas, ¿Por qué andas con la panocha de fuera mi amor acaso adivinaste mis deseos?

—como los iba adivinar si ni siquiera te esperaba.

—hace tanto tiempo que no estamos juntos que casi olvido lo buenísima que estas.

Lorenzo se desnudaba al tiempo que comentaba con su mujer.

La única diferencia con Ricardo era la juventud porque en cuanto al arpón estaba tan bien dotado como el muchacho, si acaso su abdomen un poco voluminoso, pero era un gigantón tan fuerte como un toro.

—vamos mi reina no creo que te niegues hacerme un espacio en tu rico huequito, mira que ya se me puso grande y gorda.

—me desconciertas Lorenzo, pensé que esto ya no te interesaba, ni siquiera saber a qué huele.

--como crees mi amor acepto que he sido un idiota por abandonarte tanto, pero eso puede cambiar si tú quieres.

—oh no será que ya te cansaste de andar de putañero porque a mí no me engañas seguramente has metido esa tripa en cuanta vagina se te ha presentado.

—tienes razón no te puedo engañar, pero ahora si tú me lo permites quiero retomar lo nuestro.

Alondra había quedado prendida con la casi copula que iba a tener con Ricardo estando su marido ahí era su única opción para mitigar ...

... el fuego que sentía entre las piernas.

—déjate de palabras entonces.

Ya con la venia Lorenzo prácticamente se arrojó encima de su mujer, estaba realmente ansioso su tremenda verga se manifestaba desafiante y poderosa a sus 45 años aún conservaba una potencia bastante considerable.

—Alondra mi vida te necesito tanto.

Miraba su rostro lleno de deseo y ternura. Beso sus labios con pasión con ansias de pegarle un buen mordisco, de hecho atrapo su labio inferior y apretó levemente con sus dientes, deslizo sus labios en terso cuello y aspiro hechizado el delicioso aroma de su perfume, dedico un par de chupetes a sus voluminosos pechos y enseguida hundió su rostro entre sus piernas, Lorenzo era todo un experto en aquellos menesteres, y lamia como un gato su plato de leche, Alondra abrió las piernas y con ella las puertas de su resquicio de placer, la experta lengua de Lorenzo deslizaba a lo largo y ancho de su genitalia provocando suspiros y gemidos en la ardiente mujer. Debajo de la cama Ricardo escuchaba molesto aquel ritual sexual que se desarrollaba justo encima de él cada movimiento de la pareja era delatado por el colchón que irremediablemente vencido por el peso de la pareja rosaba su espalda.

Cuando Lorenzo se incorporó para montar a su mujer poso su cuerpo justo en donde se encontraban las nalgas de Ricardo, así que pudo imaginar todo aquello, justo el momento en el que Lorenzo apunto su barreta en la panocha de Alondra, y como aquella gimió en el preciso ...