Mi hermano cruel - Segunda parte - Relatos Eróticos

Mi hermano cruel - Segunda parte

... llevarle al trabajo, fue arponazo brutal el que se llevó Víctor, al no verla con él había olvidado su existencia un ataque de súbita ira inyecto su ojos de sangre sin embargo logro controlarse y comenzó a urdir la forma de quitar a Ricardo de en medio el sabia como no había de preocuparse.

La verdad es que Víctor no tuvo mucha paciencia pues un par de días después abordaba a Ricardo en el restaurante donde el solía comer.

Llego hasta su mesa y se sentó sin decir palabra.

—¿lo conozco?

—en realidad no, pero te aconsejaría que no intentes conocerme.

Ricardo sintió al momento la clase de gente con la que estaba hablando.

—¿tiene algo que decirme?

—pues en realidad si y voy ser directo.

—dígame ya tiene mi atención.

—se trata de Paola.

—sí ¿qué hay con ella?

—se quién eres y quiero que sepas que no me gustas nada para mi hermana.

—ah… es eso, porque no me das una oportunidad cuñado que tiene de malo son serias mis intenciones.

Víctor se a acerco a Ricardo y lo tomo por la solapa.

—no me digas cuñado ¡imbécil! Y no trates de hacerte el valiente o el chistosito.

—cálmate no es para tanto.

—yo decido si lo es o no.

Se deshizo de las manos de Víctor con un fuerte jalón.

—¿y si no se me diera la gana?

—te dije que no hicieras el valiente me temo que ahora, tendré que demostrarte de lo que soy capaz, yo no amenazo, pero te advierto que si algo te pasa a ti o a algo tuyo será por mi causa… Adiós.

Ricardo quedo atemorizado con ...

... las palabras de Víctor, tal vez había cometido un error, en su actual posición podía renunciar a Paola y no meterse en problemas le amaba, pero desconocía los alcances de Víctor.

Era ya de madrugada cuando Víctor llego al domicilio de Ricardo traía con él un porrón lleno de gasolina era muy astuto y había cuidado hasta el último detalle sus manos cubiertas por un par de guantes le impidieron abrir el contenedor con facilidad, después de algunos problemas logro destaparlo y lo tiro para que escurriera debajo del auto casi totalmente de tal forma que quedara distribuida a lo largo del auto levanto el porrón que aun contenía gasolina y roció un poco en una llanta y después en el chasis, con toda calma saco un cerillo lo fricciono y encendió lo miro atentamente esperando que la llama tomara fuerza y después lo arrojo al piso lleno de gasolina. Las llamas fueron instantáneas y Víctor corrió enseguida llevando con el contenedor.

Ricardo no pudo evitar ciertas acciones de la policía, pero estaba convencido que lo mejor era no decir media palabra, un par de días después se presentaba en casa de Paola buscando el momento oportuno, preciso en el que ella no se encontrara.

Víctor abrió la puerta al escuchar el timbre.

—¿Qué tal quieres pasar?

—no solo vine decirte que ya entendí.

—qué bueno no quiero ser más rudo.

—no puedo decir que te lo agradezco, bueno pues hasta nunca.

—hasta nunca.

Víctor cerró la puerta y una sonrisa lleno su rostro se había desecho de ...