Deseo anónimo: segunda parte
Fecha: 02/12/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... del placer – mi turno, mis normas.
Me besaste como si la vida se te fuera en ello y tus dedos comenzaron a moverse lentamente y en círculos sobre mi clítoris. Yo movía la mano que tenía sobre tu erección al mismo ritmo que tus dedos. Tu otra mano seguía jugando con mis pechos apretándolos y acariciándolos. Tus movimientos fueron aumentando y por ende los míos.
- Estás muy húmeda. – y te mordiste el labio
- Hazlo ya! Fóllame ya!! – te grité muy desesperada – quiero tu polla dentro de mí, ya!!!!
- Me encanta cuando te pones así de zorra
Apartaste tus manos de mi sexo y te sentaste en el banco que había. Yo me senté sobre tu regazo. Cogí tu miembro y lo dirigí hacía mi entrada y entonces, me dejé caer. Entró hasta el final y ambos liberamos un gemido que retumbó por toda la caseta. Te cabalgué, sacándola y metiéndola hasta el fondo una y otra vez. Hundiste la cabeza en mis pechos y le distes los cuidados que requerían; tu boca atrapaba a mis pezones y los mordía suavemente cada vez que bajaba y los soltaba cuando me levantaba. Tu lengua los lamía de izquierda a derecha y de arriba abajo. Poco a poco fui sintiendo que mis fuerzas me fallaban, me quedé sentada sobre ti, contigo en mi interior y fui moviendo mis caderas en círculos, momento que aprovechaste para bajar tu ...
... mano a mi botoncito del placer y estimularlo. Gemí y tu conmigo. No me dejabas tiempo para recuperar las fuerzas, pero volví a subir y bajar sobre tu erección aumentando el ritmo y la velocidad con la ayuda de tus manos, que estando en mi culo me ayudaban a mantenerlo empujándome. Entonces mis piernas empezaron a convulsionar, mis espalada se arqueó, las paredes de mi interior de contrajeron, lo notaste, notaste como mis paredes presionaban tu erección, y gemí, grité, chillé. Me corrí. Sentiste como el calor y la humedad envolvía a tu paquete que aún estaba dentro de mí.
- Dentro o fuera? – preguntaste al ver que te quedaba poco.
- Dentro, dentro – suspiré. Aquellas palabras te encendieron más.
A mí no me quedaban fuerzas para moverme, pero con la ayuda de tus manos empujando y haciendo presión desde mis nalgas, tres embestidas y te fuiste dentro de mí. Noté como tu calor recorría mi interior. Nos quedamos abrazados, con mi cabeza apoyada en tu hombro y contigo dentro de mí, unos minutos. Al levantarme mirabas mis muslos y sonreías, noté un calor que bajaba por mis muslo, cuando miré era tu semen que baja por mi cuerpo, y te devolví la sonrisa. Con los clínex que llevaba me ayudaste a limpiarme y me volviste a besar. Estábamos saciando nuestras ganas, pero aun teníamos hambre.