1. Su marido borracho y yo gozando a su mujer (I)


    Fecha: 02/12/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: CuentaHistorias, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando termine la preparatoria no me quedo de otra que mudarme a la ciudad de México para continuar mis estudios universitarios. Mi nombre es Joaquín y a mis 20 años recién llegado y con poco dinero me encontré con la dificultad de buscan un lugar en donde vivir, buscando un lugar económico no me quedo de otra que rentar una habitación en una vecindad.
    
    Aunque el lugar era algo precario se ajustaba perfecto a mi presupuesto. La primera persona que conocí fue a la señora Azucena, no era guapa ni fea tenía unos 38 años, cabello negro largo sujetado en coleta y piel morena de cuerpo delgado pechos medianos y un culo firme el cual se veía muy rico en los vestidos de tela que siempre usaba.
    
    Sin ser la gran belleza y mal hablada se me hacía una mujer atractiva había algo en ella que me excitaba, algo que note fue que no tenía una buena relación con su marido pancho ya que eran contantes los gritos y las paleas entre ellos, por chismes de los vecinos me entere que su esposo era un borracho desobligado que dejaba toda la responsabilidad de la crianza de sus 2 hijos y los gastos de la casa solo a ella.
    
    Para mantener a sus hijos se dedicaba a planchar y lavar ropa ajena, para acercarme más a ella de vez en cuando le encargaba mi ropa y aprovechaba para sacarle conversación y poco a poco fui creando confianza con ella, tanto que a veces me pedía ayuda con la tarea de sus hijos y a cambio me invitaba a comer a su casa.
    
    Siempre tuve la fantasía de llegar a coger a una mujer ...
    ... mayor y en la señora Azucena encontré la posibilidad de realizarlo y de alguna forma me la tenía que coger, sabía que si jugaba bien mis cartas me la iba terminar cogiendo, organicé un plan y lo primero que hice fue ganarme a sus hijos, les empecé a comprar dulces, uno que otro juguete barato y jugar futbol en las tardes con ambos, no tarde en conseguirlo y al poco tiempo pasaba gran parte del día con ellos excepto y por su puesto con ellos de mi lado me daban más acceso a su deliciosa madre.
    
    La señora Azucena me decía que ya no les comprara nada pero le decía que lo hacía con gusto y que sus hijos me recordaban a mis hermanos pequeños, nunca sospecho que mi verdadera motivación de mi amable comportamiento era su sabroso par de nalgas. Para ganármela a ella comencé a ser más atento, ayudarla con sus problemas y regalarle cualquier detallito.
    
    Aunque era una señora de carácter fuerte con tantas peleas con su marido se veía que estaba necesitada de cariño y por supuesto que yo lo iba a dar aprovechándome de la situación. Lentamente la idea de poder cogérmela se estaba haciendo una realidad, pero había un obstáculo que librar su marido Pancho.
    
    Todas las mañanas al salir a mi universidad me la encontraba llevando a sus hijos a la escuela, la saludaba con el típico buen día con un beso en la mejilla que era suficiente para encenderme y mientras se alejaba mirándole su hermoso par de nalgas, en mi mente no dejaba de pensar en las cosas tan ricas que le haría a esa señora. Una ...
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