El cuñado (Parte 1)
Fecha: 08/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... más bien lo disfrutaba-. Toma aire lentamente. Comencé a inspirar, y de un segundo a otro, sentí un brusco movimiento. El aire se cortó y fue reemplazado por un “Argh” que salió desde mi estómago. Mi visión se nubló y sentí enormes ganas de llorar. Todo el dilatador estaba dentro. Mi ano se cerró con fuerza alrededor de la última parte, que no tenía un grosor mayor al de un dedo meñique, y la base quedó afuera asegurándose que de ahí no se moviera. De pronto sus brazos me rodearon y me besó. Lágrimas caían de mis ojos, pero sus labios ahogaron mi llanto. -Perdón –dijo-. Era la única manera. Te prometo que valdrá la pena. De pronto escuchamos pasos rasguñando las piedras. Alguien estaba escalando. Subí mi pantalón con la adrenalina a tope, ignorando el dolor de mi culo que se sentía repleto por dentro. Me sentó donde antes había estado y tuve que tragarme el gemido de dolor que eso produjo. Robert guardó el lubricante y se sentó en el lado opuesto, mucho más alejado de mí. -… entonces las sirenas atraían con sus cantos a los pescadores. –comenzó a decir Robert, como si hubiésemos conversado todo el rato de eso. -¡Oh! Estaban ustedes aquí –dijo Bernardo interrumpiendo el relato de Robert. -Bernardo, al fin despertaste –sonrió Robert. Sus mejillas estaban levemente coloreadas por la excitación. Mi hermano caminó y se sentó al lado mío, quedando justo en medio de Robert y yo. -¿Te pasa algo? –me preguntó-. Tienes los ojos rojos. -El aire salado me hace picar los ojos –dije ...
... mientras me los sobaba. Esperaba sonar convincente. -Pensé que yo era el único que sufría por eso –contestó mientras se llevaba los dedos a sus encantadores ojos ambarinos. Nos quedamos unos cuantos minutos más disfrutando de la tranquilidad y el paisaje, hasta que decidimos volver. Sentí una incomodidad tremenda en mi culo, pero tenía que fingir que todo estaba bien para no despertar la sospecha de mi hermano. Robert me miraba de reojo, con una traviesa sonrisa oculta en la comisura de sus labios. Bernardo insistía en jugar conmigo, y pese a mis negativas, terminó por convencerme de jugar voleibol en la arena. Fue una tortura de inicio a fin. Ya había pasado gran parte del día con el dilatador dentro, cuando Robert me llamó al segundo piso de la casa. Rápidamente y sin mucha explicación, me contó extractos de lo que tenía planeado para esta noche. -Hoy saldremos al pueblo –comenzó-. Planeo terminar esta noche lo que empezó en la mañana. Y, como es difícil debido a toda la gente que hay, necesito que te hagas el enfermo. -¿Cómo? ¿Cuándo? –pregunté. Tenía la sensación de que algo iba a salir mal. -Una vez que estemos en el pueblo, yo te daré la señal. Dirás que te duele mucho la cabeza y van a creer que te dio insolación –dijo-. Yo me ofreceré a traerte de vuelta y convencerles de dejarte dormir, y después volver con ellos. Tendré que inventar que me quedé sin gasolina o algo parecido para justificar la tardanza, pero es lo de menos. Lo importante es que tienes que sonar ...