1. El tutor Sr. López


    Fecha: 13/12/2017, Categorías: Hetero Autor: Juanspanker, Fuente: CuentoRelatos

    ... no había obedecido sus instrucciones de dejarse llevar, algo que era totalmente inaceptable, por ello se empleaba a fondo en hacerla sentir su enfado, la azotaina estaba siendo dura, la cual ya comenzaba a molestarle de verdad, sentía como su culo iba ardiendo cada vez más y más. Estaba totalmente inmovilizada de manera muy forzada e incómoda. Intentaba una y otra vez, retorciéndose o intentando retorcerse sobre sí misma, pero todo esfuerzo resultaba infructuoso. Los “ayees” de ella eran cada vez más seguidos, porque los azotes incesantes eran más y más rápidos, ella retorcía sus piernas intentando liberar a estas, pero nada podía hacer por lograrlo, hasta que en uno de los intentos por agitar su cuerpo, vio como sus piernas se hallaban trabadas al tener la pierna derecha de su interlocutor, por encima de sus muslos, lo cual hacia que se sintiera atrapada, sin poder realizar esfuerzo alguno por liberarse.
    
    Con el forcejeo, las ruedas del sillón en el cual estaba sentado el señor López, giro sobre sí mismo unos treinta grados a su izquierda, con Laura aun echada sobre su regazo pudo verse así misma en el espejo, como estaba recibiendo la azotaina. Como no podía moverse, no podía más que apretar los parpados de los ojos, o contemplarse a sí misma en el espejo. Mientras que de su garganta no hacían más que brotar esos “ayees” a cada azote que caía implacable sobre su culo, ahora ya muy dolorido. Ella veía imágenes de cómo su cuerpo quieto, varado, inmóvil,… casi inmóvil en ...
    ... el trasfondo del espejo, pues a cada azote que recibía, por la inercia del azote su cuerpo se movía unos centímetros hacia adelante, para luego como un resorte volver a su posición, y al siguiente azote en su trasero se repetía la acción de su inerte cuerpo.
    
    Su rostro estaba con un color rojo intenso, por la vergüenza y por el dolor que estaba sintiendo en su trasero, pero algo hacia que su orgullo evitase empezar a llorar en cualquier momento, pues aunque la azotaina no cesaba, ya que los azotes eran fuertes e intensos y seguidos, mantenían en cierto grado la intensidad de los mismos, ella respondía apretando los dientes, pues así de alguna manera se mostraba en su rebeldía por no complacer a su Tutor, pues estaba claro que este ponía su empeño en hacerla llorar como una niña. Se veía en el espejo, su chaquetilla colgaba de su cuerpo, pues la posición y sus esfuerzos por liberarse la habían desplazado ligeramente, o eso creía ella. Luego pudo darse cuenta que lo que colgaba por un lado no era la chaquetilla, si no su falda. Su poca entereza se hacía fuerte de alguna manera, pues aunque el culo la ardía considerablemente después de unos veinte o treinta minutos de azotaina según creía ella que debía haber pasado ese tiempo, pues se le estaba haciendo eterna esa azotaina, le parecía que nunca iba a cesar ese dolor en su trasero. Pero su entereza era al ver que aún conservaba las bragas puestas, y que su intimidad estaba a salvo de miradas de un hombre el cual, no era su ...
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