La primera vez con un militar
Fecha: 14/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... abierta.
¿Puedo pasar? Preguntó.
Sí. Le dije. Yo estaba acostado viendo de nuevo una película de las que pasaban por el televisor.
Traje una película policiaca, dijo. ¿Quieres verla?
Yo asentí, y lo seguí hasta su habitación.
El venía sin camisa y con un short ajustado, mostrando su piel dorada y su cuerpo bien formado. Yo traía un short bermuda holgado y también estaba sin camisa, sólo que mi piel era morena y mi cuerpo delgado denotaba mi aspecto joven y desaliñado.
Siéntate en la cama, me pidió. Luego puso la película y se recostó al lado mío.
Me lastimé un dedo del pie, dijo. ¿Puedes masajearlo?
Yo afirmé con la cabeza, y el puso su pie desnudo ante mí, y un frasco de crema para que se la aplicara.
Le puse la crema y le di masaje a todo el pie. Un poco más arriba, sobre la rodilla, pidió. Yo puse crema sobre su rodilla, y estaba masajeándola cuando tomó mi mano. Lentamente se la llevó a los genitales donde su mástil estaba ya firme. Toqué de nuevo ese macizo paquete, cuyo calor podía sentirse a través de la tela que lo cubría. Se sacó la verga por encima del short, y aún en la suave penumbra de la habitación pude apreciar la enorme columna que se cargaba. Sus huevos y la base de su tronco estaban atrapados por la ropa y destacaban enormemente hinchados. Al contacto con mi mano su polla trepidó y yo sentí sus palpitaciones.
¿Quieres? Preguntó.
Yo no contesté, sólo me dejé llevar. Ël se desnudó completamente, y me ayudó a quitarme el ...
... short y el slip. Mi cuerpo se estremeció al contacto de sus manos grandes y calientes, que recorrieron toda mi espalda hasta la base. Me tomó de los hombros y pidió que besara aquel garrote de dimensiones gigantescas que se erguía frente a mí en actitud desafiante. Lo tomé con una mano y noté su humedad pegajosa, su aroma indescriptible y su extraordinaria calidez. Jugué con mis labios sobre el glande, y lo tallé con mi lengua. Lo sentí ligeramente salado. Sebastián se retorció de placer y exhaló un gemido. Luego lo introduje en la boca y lo moví de un lado a otro. Sebastián me tomó por la cabeza e intentó penetrar hasta lo más profundo de mi garganta, pero mi inexperiencia se impuso y sentí una arcada. Él optó por sacarlo y dejar que lo recorriera lentamente por el exterior con mi boca. El liquido preseminal era más abundante y las palpitaciones de ese glande golpeaban mis mejillas.
En un momento determinado, me tomó de las caderas y me colocó boca abajo sobre la cama. Con una mano levantó mi pelvis dejando expuesto mi trasero frente a su enorme verga, y por si fuera poco, colocó una almohada debajo de mí. Intentó penetrarme, pero mi culo se resistía y mi cuerpo todo se contrajo con un signo de dolor. Me duele, le dije. Aún era virgen a mis 17 años. Tomó entonces la crema y untó un poco sobre mi culo, jugando a meter de vez en cuando la punta de su dedo mientras distribuía la crema. Se colocó de nuevo y arremetió contra mí, pero aún me moví presa del dolor, impidiendo que ...