La primera vez con un militar
Fecha: 14/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... entrara ese objeto que pretendía invadir mis adentros. Sin permitir que cambiara de posición, tomó un poco más de crema y se la puso sobre la cabeza de su enorme miembro. La colocó directamente en el centro de mi orificio y se movió circularmente. Empujó un poco y mi esfínter cedió ante sus impulsos. Sentí el empujón brutal de su embestida sobre mi ano, y el ardor y el dolor se confundieron en una sola sensación. Le pedí que me la sacara, pero él me dijo, con la voz ronca por la emoción: espera, el dolor se va a pasar pronto.
En efecto, el dolor disimuyó rápidamente, y él volvió a arremeter, introduciendo su miembro por entero. Sentí su pelvis junto a mis glúteos, y lo escuché gemir de placer al sentir como había entrado triunfalmente. El dolor volvió, pero más soportable. El se echó para atrás y volvió a la carga, y entonces sí sentí como resbalaba suavemente por mi interior. Empezó a moverse de manera lenta, y cada vez que su miembro retrocedía empecé a experimentarr una cierta de sensación de placer. Cuando se lanzaba hasta el fondo yo sentía que aquel palo tocaba mis órganos vitales. En esos momentos me dejaba ...
... sin aliento, y comenzaba a respirar mientras él se salía. Pero luego volvía sobre mis adentros hurgando dentro de mí con una furia que enervaba mis sentidos. Poco a poco me fui adaptando al ritmo de sus movimientos, y éstos se hicieron más rápidos, al tiempo que crecían sus gemidos. Con la voz trémula anunció que se venía, y yo, a pesar de mi inexperiencia, percibí el estallido de su líquido seminal dentro de mí. Se derrumbó sobre mi cuerpo, temblando de placer, mientras yo sentía como movía aún su miembro sobre mi culo recién desvirgado. Una ola de humedad había invadido mi trasero, mitigando el ardor que todavía sentía.
El se hizo a un lado, permitiendo que yo me volteara. Alcanzó a percibir mi verga erguida, y me acarició los testículos con su mano, mientras yo terminaba con una paja de las más abundantes que he tenido. Luego se abrazo a mí, y así nos dormimos, tranquilamente, hasta que el amanecer empezaba a perfilarse. Nos levantamos y nos bañamos, y enseguida me fui a mi cuarto. Todavía estuve largo rato desnudo y acostado boca abajo, permitiendo que mi trasero se relajara para reponerme de aquella primera noche.