1. El esclavo romano IV


    Fecha: 27/08/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Máximus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... tímido, y yo vi como su ano se empezaba a contraer. Estaba haciendo esfuerzo por sacar mi leche de sus intestinos. Decidí echarle una mano, y con mis dos dedos índices como ganchos le empecé a abrir poco a poco el apretado fundillo. So sentía en mis dedos sus contracciones anales. 
    Skýlos soltó otro pedo, ahora uno burbujeante que salió acompañado de una pequeña explosión de semen. Me llené un poco las manos y él se llenó los alrededores del culo. Con el tercer pedo empezó a brotar la leche espesa de su culo. Era muchísima. Jamás en mi vida me había corrido tanto como esas tres veces.
    -Yo puedo cagar sin ayuda, si no te importa…
    Me dijo sin dejar de apretar para sacar de sus intestinos mi semilla de hombre. 
    Yo saqué mis dedos y le di unas nalgaditas de aceptación. Él continuó vaciándose en mi bacinica hasta que empezó a cagar de verdad. No fue mucha mierda. Fue más bien pura leche. 
    Eso me hubiera parecido asqueroso en cualquier otra situación, pero había algo en él que, en lugar de parecerme asqueroso, me excitaba de sobremanera. Incluso verlo cagar me excitaba. 
    Cuando vi que terminó tomé una tela que se encontraba cerca y me dispuse a limpiarlo. Pero él se levantó, se dio la vuelta y me dijo:
    -Hombre, déjame al menos el gusto de limpiarme mi propia cola. Que es lo único que me queda. 
    Yo le sonreí y le aventé el trapo. Skýlos lo atrapó y se empezó a limpiar la cola con lentitud. Notaba que cada que pasaba la tela por su culo él hacía un ligero gesto de ...
    ... incomodidad. Seguramente le había quedado irritado por las cogidas. 
    Sin que se lo esperara me lancé hacía él y le deposité un beso en los labios. Skýlos no hizo nada por evitarlo. Poco a poco empezaba a regresarme el beso. Pero, antes de que me regresara el beso, no lo dejé y lo giré para que me diera la espalda. Él se espantó, pues de seguro pensó que me lo cogería otra vez, pero mi verga estaba cansada y mis huevos necesitaban recargarse. 
    Lo volteé y bajé hasta sus nalgas. Las abrí con ambas manos y me lancé a lamer su culito sodomizado. Me sentía en la obligación de aliviarle un poco el dolor. Cuando mi lengua se posó en su asterisco, Skýlos gimió muy fuerte e hizo su cabeza para atrás. Por fin el muchacho se estaba dejando llevar por los placeres anales. 
    Yo paseaba la punta de mi lengua por cada arruga de su ano. Con mis labios le jalaba los pelitos y con mis manos le apretaba de vez en cuando las nalgotas.
    -¿Te gusta que me coma tu culo, perro? Este culo es mío.
    Le decía y le daba lametones por toda la rajada. Desde el inicio de la espalda hasta la entrepierna. Él no me contestaba y solo gemía como hombrecito. 
    Moví una de mis manos hasta su parte delantera y ¡o sorpresa! Su verga, que siempre estaba reprimida y triste, se sentía medio morcillona. Al muchacho le gustaba el beso negro. 
    Agarré con firmeza su verga y empecé a bombearlo. Él empezó a gemir más y más fuerte. Se llevó sus manos tras la nuca y me dejó hacerlo mío. Su verga en mi mano alcanzó un tamaño ...