1. Hay días que encuentras lo que buscas


    Fecha: 05/09/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Danisampedro91, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... y hasta el culito me palpitaba.
    
       Era un chaval joven, más joven que yo, y algo más alto, sería de unos 1,70 metros de altura, delgado y rabiosamente joven. 
    
       Dios, a mí se me caía la baba, y por encima venía directo hacia donde yo estaba. Cuando llegó allí, al igual que yo, se quedó refugiándose de la leve lluvia que caía. No nos dijimos nada, solo nos miramos unos instantes a los ojos, quedando unos metros separados uno del otro, mirándonos de reojo, sin atrevernos a decirnos nada. 
    
       Yo no sabía como entrarle, y él al ser tan joven, creo que le pasaba lo mismo que a mí, esperaba a que yo le entrara.
       Estuvimos allí esperando que parara de llover, mirándonos de reojo uno al otro, ambos callados sin atrevernos a decirnos nada, cuando luego de un buen rato en el que ya había dejado de llover, él se echó a andar por una de las calles de los jardines. Iba despacio como esperando a que yo lo siguiese, y eso fue lo que hice, dejando una prudente distancia, me puse a seguir sus pasos. Yo esperaba a que él se metiese en alguno de aquellos rincones donde nos solíamos meter para follar, o que fuese a la zona que le llamábamos “urgencias”, que era un lateral donde estaban los aseos y donde se guardaban los pertrechos de jardinería, pero él no se paró en ninguno de los lugares que yo pensaba. Siguió dando toda la vuelta a los jardines, hasta que ya cuando íbamos por la segunda vuelta, subiéndose a uno de los bancos, se sentó sobre el respaldo, ya que aún se ...
    ... encontraban algo mojados a causa de la lluvia que había caído.
    
       Yo no sabía que hacer, si pararme o seguir, estaba tan pero que tan nervioso, que las piernas me temblaban y el estómago se me encogía notando una excitación por todo mi cuerpo.
       Cada vez estaba más cerca y no sabía que hacer. Así que nada más llegar a donde estaba el sentado, armándome de un valor que no solía tener, excitado, nervioso y muerto de miedo hice igual que él, me subí al otro extremo del banco, sentándome sobre el respaldo al igual que lo había hecho él.
    
       Nos miramos a la cara, pero no nos atrevimos a decir nada, yo con los nervios que tenía, saqué el paquete de tabaco, cogí un cigarrillo, y cuando me disponía a encenderlo, se me encendió la lucecita, por lo que, sin dudarlo, le ofrecí un cigarrillo a aquel jovencito que tanto me gustaba y que tan excitado y nervioso me ponía.
    
       ¿Quieres? Le dije, estirando la mano donde llevaba el paquete de tabaco.
    
       El mirando para mí, me contestó que sí, por lo que, arrimándose un poco, echó su mano al paquete de tabaco, cogiendo un cigarrillo y devolviéndome luego el paquete.
    
       Luego de guardar el paquete de tabaco en el bolsillo, saqué el encendedor, me arrimé ahora yo a él, y acercando el encendedor a su cara, procedí a darle fuego.
    
       El sujetando mis manos con las suyas, acercó la llama a su cigarrillo, encendiendo el mismo. Ya estábamos prácticamente pegados él uno junto al otro, fumando un cigarrillo, allí sentados sobre el respaldo de ...
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