1. El taxista nocturno


    Fecha: 10/10/2020, Categorías: Jóvenes Tus Relatos Autor: Ljmg, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... pero obviamente me estaba mintiendo porque era menor de esa edad, pudiendo tener 9 perfectamente, a pesar de que por sus rasgos indígenas no lo pareciera.
    
    Me dijo que se llamaba Xiomarita y durante el trayecto, yo empecé a preguntarla:
    
    .- ¿Además de vender caramelos, ya te vas con hombres como otras que andan por allí?
    
    .- No, yo no hago esas cosas.
    
    Supuse que me mentía de nuevo, porque a esas horas no andan las niñas por la calle si no se dedicaran a eso, así que la insistí diciéndola que si la daba dinero lo haría conmigo, quedándose un rato pensándoselo y diciéndome:
    
    .- ¿No me vas a hacer daño?
    
    .- No, claro que no, no me gusta hacer daño a las niñas.
    
    .- Entonces aparca en un lugar apartado.
    
    Estaba claro que por la forma de hablarme, supongo que por la costumbre adquirida con otros hombres, ella ya había tenido más experiencias de ese tipo y se mostraba desconfiada porque quizás debido a su edad, había tenido alguna mala experiencia en la que la habían hecho daño.
    
    Juntando todo eso a una iniciativa impropia de su edad, estaba aumentando mi morbo por esa cría, notando además como su vestido se subía cada vez más arriba, pareciéndome ver que ni siquiera llevaba braguitas, lo que provocó que mi polla empezara a palpitar dentro de mi pantalón y cuando al fin llegamos a un lugar donde no podía vernos nadie, paré el taxi y ella me abrazó, poniéndose sobre mí y haciéndome sentir su pequeño cuerpo, delicado pero ardiente a la vez, como si desprendiera ...
    ... fuego de él, por el calor que me transmitía.
    
    Empecé a acariciarla por todo su cuerpo debajo de su ropa, hasta descubrir sus pezoncitos que lamí y mordí como si fueran los caramelos que ella vendía, a lo que ella reaccionaba apasionadamente, de una forma de nuevo, impropia de su edad, con una fogosidad que me desbordaba y me volvía loco, sintiendo la humedad de su pelada vagina en mi polla al rozarla cuando se movía sobre mí.
    
    Su mirada estaba completamente encendida, pareciendo más la mirada de una viciosa mujer encelada que la de la niña que tenía entre mis brazos, lo que era una combinación difícil de asimilar, por lo que sólo me quedaba disfrutar de ese momento único hasta ahora, entre todos los que había tenido tan morbosos durante mis noches de taxista.
    
    No podía dejar de besarla, de chupar su lengüita, de lamer su suave piel; me estaba volviendo loco y mi polla presionaba en su rajita queriendo meterse en ella hasta que sentí que por fin entraba mi glande en su cuquita caliente y ya no quise sacarlo de allí, empujando más hasta que le entro toda la polla dentro, por lo que ella se quejó un poco, pero enseguida sus gemidos eran cada vez más fuertes diciendo sin parar:
    
    .- Qué rico, qué rico…. (Como si fuera una puta que quisiera hacer acabar a su cliente).
    
    Y vaya si lo consiguió, porque empecé a correrme sin parar en medio de espasmos que me hicieron gritar de placer, desbordándose por fuera todo el semen que no cabía en su pequeña vulva. Todavía se la dejé ...
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