El villerito 6: cambio de rumbo
Fecha: 24/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues
... ánimos, amo a ese puto viejo y maravillosamente bueno! Al fin en la vida me sentía seguro, tenía algo parecido a un futuro, gente que se preocupaba por algo más que mi culo. De a poco me fui abriendo y pude dar algo más que mi cuerpo, pude comenzar a dar afecto, y las viejas me lo devolvieron, las dos comenzaron a quererme, las comencé a llamar mis tías, tia Tere me quería hacer engordar a la fuerza, y con las maratones de pija que me daba Gonzalo, necesitaba alimentarme! Tia Pau, nunca me bajó el rigor, pero cuando me veía renegar, me acariciaba la cabeza y me ayudaba. Yo les cebaba mate a las dos y las dos me mimaban en todo. Todas las tardes Gonzalo me rompía el culo dos y tres veces, era insaciable y me hizo insaciable a mi, no podía vivir sin su leche caliente en mi culito. Los fines de semana eran una maratón de sexo, pero cada sábado a la noche, como parte de mi aprendizaje, me llevaba al teatro o al cine o a escuchar música. Mi relación con él fue creciendo en riqueza, me convertí en un loro que no dejaba de hablar, me convertí en su fuente de sonrisas, dejó de ser el mudo cara de orto y comenzó a compartir conmigo mucho más que su pija y su inacabable y delicioso semen. Una mañana yo estaba con tía Tere preparando el mate mientras ella ponía en un plato unos pedazos de pasta frola. Gonzalo volvió en ese momento de sus oficinas en el centro y entró a la cocina, le dio tremenda nalgada a la tía Tere y la reconvino, "che vos, vieja culona, dejá de malcriarme al pibe!", ...
... luego silbando se fue a su escritorio. María Teresa se quedó frotándose las nalgas doloridas y sonriendo. Vino a mi encuentro y me abrazó. -Qué pasa, tia?- -Gracias Claudito, gracias por devolverle la alegría al señor Gonzalo. - Yo no entendía nada y se me notaba en la cara, pero como me encantaba abrazarla, le devolví el abrazo. Apoyar mi cabeza en un pecho materno me hacía sentir tan bien! -Dale nene, cebame mate y te cuento. - El padre de Gonzalo era un importante empresario, con campos de cría de ganado en las mejores zonas del país y una cadena de hoteles en los lugares turísticos más importantes. Su madre, gran señora, se dedicaba a la beneficencia pomposa y poca o casi nada de bola le daba a su hijo. La familia vivía en una mansión en las barrancas de San Isidro, una casa inmensa y llena de servidumbre. Paula era su institutriz y tía Tere la que atendía en todo al niño Gonzalo, desde levantarlo a la mañana y llevarlo al colegio hasta arroparlo antes de dormir. A ella, y no a los padres, Gon, cuando andaba por los 15, le confesó llorando que se había enamorado de un compañero de la escuela y que "lo había hecho". Gonzalo vivió allí hasta los 20 años, cuando sobrevino la hecatombe: su madre entró a su dormitorio sin avisar y lo encontró en la cama, desnudo y con la cabeza empotrada entre las nalgas de Martín, el hijo de la cocinera, que aun no cumplía 14, y que, en 4 patitas y en bolas gemía como gata de tejado. La vieja cayó redonda al piso y hubo que llamar al médico ...